El problema no es María sino la incapacidad del gobierno a responder y asegurar servicios básicos a tres semanas del paso del huracán.
Mari me tiene un estribillo montao’ con el tema del agua tras María. Me acusa de estar desentendido de los avisos y hasta me pide que no acepte entrevistas para hablar de este tema porque voy a poner a mucha gente en riesgo. Que si el cólera, que si hay que hervir el agua y ahora con la Leptospirosis su tribuna se ha enriquecido con preguntas y comentarios de feisbuk: “¿Es segura el agua para bañarse?” le escriben desde Guaynabo, y otros, “no me atrevo ni a lavarme la boca”.
Cuando como profesor de microbiología de la Universidad de Puerto Rico empiezo a explicarle por qué específicamente aquí en nuestra casa de San Juan ni la hiervo y cómo me molesta la generalización de un asunto tan serio sobre la agenda del agua, me interrumpe y el argumento se queda a medias. Sí, a veces tiene problemas escuchando pero, como es una voraz lectora, escribiré aquí lo que pienso con la esperanza de que por fin me comprenda.
Tras el colapso huracanado de todos los servicios básicos, controlar y prevenir enfermedades causadas por agentes infecciosos es un asunto crítico. Esto se complica con la falta de electricidad, la destrucción de muchos hogares, lo que nos obliga a manejar los alimentos fuera de neveras, más expuestos y que pudieran atraer roedores en medio de la noche. Los procesos de respuestas humanitarias que manejan grandes cantidades de alimentos y su almacenaje temporero también se da en condiciones no convencionales. Por su parte, las tuberías de distribución quedaron desocupadas por agua potable por uno, dos, tres días, semanas o inclusive serán meses para algunos. Esto significa que esos espacios podrían ser refugio temporero para el crecimiento de parásitos o patógenos humanos, entre otros problemas. Añada las alcantarillas tapadas que inundan la ciudad con un aguacero y plantas de tratamiento de aguas usadas que no funcionan y tiran al río el desperdicio crudo. Todo esto lo tenemos, cierto, pero en lugares y momentos específicos.
Primero, cuando se reinicia el sistema de acueductos se recomienda hervir el agua, pero no durante toda la eternidad. ¿Cuánto tiempo? Por lo menos los primeros tres días de servicio para permitir un ‘flushing’ de las líneas y reducir estos riesgos. Si estuvo mucho tiempo sin agua, quizás deba extender esta práctica de seguridad unos días más. Claro, otros parámetros como color, olor, la ‘textura’ del agua son indicadores de calidad y el récord de la planta de la AAA que le suple el líquido deben ofrecerle o quitarle confianza. Utilice su instinto de sobrevivencia especialmente en este periodo de inestabilidad de los sistemas y del gobierno mismo.
Si usted recibe agua potable y la hierve, usted debe tener agua segura para consumo. Entonces, dentro de la crisis que vive el País, usted está atendido en este aspecto y debe dejar los recursos limitados de asistencia humanitaria a quien verdaderamente los necesita. No deje que lo retraten con el alcalde o político de turno recogiendo agua embotellada o vaciando las góndolas del colmado o supermercado, usted simplemente no la necesita. La necesitan los viequenses, en Punta Santiago, lugares de Canóvanas, Loíza, en los campos sin agua potable, para ellos debe ser esa ayuda. Imagínese que ahora con el miedo a la Leptospirosis la gente empiece a exigir al gobierno agua embotellada para bañarse en San Juan o lavarse la boca? ¿Sabe usted toda la energía que se necesita para hacer envases plástico, llenarlos, almacenar el agua, llevarla a un avión, recorrer 3,000 millas aéreas y del aeropuerto distribuirla en la isla? Si algo tiene Puerto Rico es mucha agua, de buena calidad y potabilizable. Si de algo no debemos ser dependientes es de agua americana.
Me sorprende cada vez que los políticos dicen que repartieron tantas libras de víveres, ahora se estiman las ayudas por peso. Sepa que un galón de agua pesa 8 libras, es decir, repartir 250 galones de agua es equivalente a una tonelada de ayuda. No se sorprenda cuando escuche “hemos repartido cuatro toneladas de ayuda humanitaria”. En realidad fue un millar de galones a muchos de su partido para gente que piensa que la necesita pero en realidad probablemente no.
Sobre la Leptospirosis, esta es una bacteria con una morfología tipo escalera espiral, parasítica y común de los trópicos. Su contagio se da principalmente tras contacto con ella en alimentos o superficies que alguna rata portadora pudo haber orinado. También en agua estancada donde se descomponen animales muertos pudiera haber más riesgo a este y muchos otros patógenos, especialmente cuando esas aguas acumuladas se mezclan con aguas del sistema sanitario. Prevenir todo tipo de contacto es fundamental, inclusive de aerosoles que se producen cuando salpican pequeñas gotas por la acción del viento. Si de pronto enfrenta síntomas comunes de diarreas, dolor de cabeza, fiebre, dolor abdominal, estos síntomas podrían ser desde dengue hasta Leptospirosis. Para ambas hay cura con un buen diagnóstico a tiempo. No tema, busque ayuda temprano. Nuestros doctores saben. Todos debemos estar alertas con buenas prácticas de higiene.
Ni Mari ni sus amistades de feisbuk se bañan con agua empozada de estos lugares, y nadie debería exponerse. Le expliqué, y esto sí lo escuchó, que mi manía compulsiva de limpiar la tapa de algún refresco o una cerveza antes, durante y después de María se debe, precisamente, a desconocer dónde y cómo se almacenaron estos productos. Nunca había tenido la oportunidad científica de expresarle que se trata de una medida cautelar contra la Leptospirosis. Igual el uso de un sorbeto que parece un tanto innecesario, sí, es una medida cotidiana de reducir exposición a agentes infecciosos principalmente contra este patógeno. Por esas y muchas medidas, escuchar de esta enfermedad común para el trópico pero rara a la vez, levanta bandera en las noticias sobre varios casos localizados. Tampoco es de sorprendernos. Y aunque desconfiemos de los sistemas de potabilización y del gobierno con sus disfraces y medias verdades, tampoco podemos generalizar el problema. Al contrario, en la crisis hay que describir bien el problema para atenderlo puntualmente. Si la Leptospirosis fuera un problema en el agua que se sirve –por ejemplo– en San Juan, ya habríamos escuchado de cientos de personas con síntomas similares, pero ese titular aún no lo he visto.
En Adjuntas, grupos de la diáspora como ISER Caribe han canalizado su ayuda facilitando a través de Casa Pueblo sistemas de filtración y potabilización de agua. Esta gestión es fundamental y enfrenta la cultura de esperar por lo dado. Si en lugar de recibir un galón de agua, a usted le dan la herramienta para potabilizar hasta 2,000 galones al día, usted, su familia y su comunidad está resuelta. Pero, claro, tiene que estar dispuesto a aprender a usarlo, custodiarlo y compartir el agua que se potabiliza con su comunidad. De lo contrario sufrirá una dependencia innecesaria pues lo que más abunda en Adjuntas y muchas otras partes de la Isla es el agua.
Agua tenemos y, sin duda, también riesgos en este periodo. Hay que tener precaución y estar atentos. Estas enfermedades son prevenibles pero, en la eventualidad de infección, también son curables. El problema no es María sino la incapacidad del gobierno a responder y asegurar servicios básicos a tres semanas del paso del huracán. La semana entrante podremos decir igual, que a cuatro semanas no hay garantías. Pero mi mensaje es a educarse, activarse y organizarse para enfrentar sus problemas. Lo he visto en Adjuntas y en muchas partes de Puerto Rico, entre individuos y organizaciones hermanas donde la ayuda local y externa pueda canalizarse para los verdaderamente vulnerables. (Claridad) |