El movimiento obrero puertorriqueño tiene la virtud de contar con sindicalistas como Radamés Quiñones Aponte, quien fuera uno de los fundadores de la Unidad Laboral de Enfermeras y Empleados de la Salud (ULEES).
La ULEES se formó para la década de los setenta del siglo XX pero la militancia obrera de Radamés data desde mucho antes. Radamés, quien era natural de Salinas, era activista independentista desde los tiempos de escuela superior, según dan fe dos de sus amigos de juventud, los compañeros Nelson Sambolín y Nelson Santos. Dirigentes de la ULEES nos comunican que sus estudios de enfermería graduada, los realizó en el Hospital de Damas, institución organizada por la ULEES.
Al graduarse como enfermero en los setenta, se trasladó a San Germán para trabajar como enfermero anestesista en el histórico Hospital de La Concepción, fundado por el Obispo Alonso Manso en los primeros años de la colonización española, (1511). Allí, Radamés se inició en las filas sindicalistas, y se afincó en esas lides cuando se tiró a la calle con las enfermeras prácticas, en una huelga donde la Fuerza de Choque se movilizó para acallar con sus macanas la participación de los trabajadores de la salud. Cuando se desarrolló esa huelga, el hospital estaba ubicado en el pueblo, cerca de la Calle Luna. Para esa época la lucha de independencia y la lucha sindical estaban fortaleciendo sus formas de movilización y organización ante el llamado del Movimiento Pro Independencia al trabajo de base y la lucha de calle en apoyo a los reclamos obreros. Llamado, al cual Radamés Quiñones no era ajeno, al incorporarse a las diferentes esfuerzos organizativos que se desarrollaban en San Germán, la Ciudad de las Lomas.
Con nuevas estrategias organizativas, el MPI reactivó sus organismos de base mediante los círculos de estudios, el trabajo estudiantil y la propaganda en los centros de trabajo. Radamés Quiñones fue parte de esos esfuerzos, junto a Israel Torres Penchi, Miguel Santín, René e Iván Matos, Alberto Márquez, (responsable de Educación Política del MPI y miembro de su Comisión Política), Don Abraham, Don Jandro (quien trabajaba en el Hotel el Oasis y había sido fundador del MPI; y el Dr. José (Pepe) Román, entre otros. El entusiasmo y el optimismo pegajoso de Radamés contribuyó al despunte de un Junte de viejos militantes pipiolos, nacionalistas y emepeístas; y de mucha juventud que tuvo a bien llamarse el Círculo Lola Rodríguez de Tió, el cual inundaba de CLARIDAD los semáforos de la calle Luna todos los viernes en la tarde.
Allí estaba Radamés como uno de los más entusiastas vendedores del Periódico CLARIDAD, con Jorge Silva (Puro). Ese colectivo Lola Rodríguez de Tió se encargó eventualmente de organizar Lajas y Sabana Grande, además de organizar una FUPI en la Interamericana de Sol Luis Descartes; y una FEPI (Federación Estudiantil Pro Independencia, en la Escuela Lola Rodríguez de Tió. Ello, sin contar los círculos de estudios del Guamá, Sabana Eneas, el Cotui, El Retiro y en la General Electric, donde se trató de promover su sindicación.
Ese empuje para organizar, para movilizar y para pelear nunca lo perdió Radamés. Si algo han tenido los hospitales privados a lo largo de décadas ha sido un sindicato consecuente en la lucha sindical- con convenio o sin convenio; con descuento de cuotas o sin descuento, certificados o descertificados. Eso me lo afirmaron los funcionarios de la ULEES Ariel Echevarría y Justiniano Díaz. Radamés era un guerrero sindical. No digo que fuera el único, ni que otros no lo hayan hecho, pero la ULEES y Radamés han escrito su propia historia con los trabajadores y trabajadoras de la salud, siendo persistentes en los principios sindicales y en la solidaridad obrera.
La ULEES cuenta con una infraestructura envidiable: local, tecnología y tumbacoco. Todo ello -enfatizan los sindicalistas- Radamés lo tenía disponible para dar solidaridad. No esperaba que se le solicitara. Era desprendido con las causas justas: con la lucha estudiantil, con los reclamos comunitarios y con todos los esfuerzos para acabar con la desigualdad. Con mucho orgullo, una de las delegadas me hablaba que la Unión le enseñó a respaldar todas las actividades justas. Que vió su transparencia, su verticalidad y claridad. De otra parte, Radamés era un gran amigo.
No escapa para las personas que compartimos con él su compromiso con la educación obrera. Desde el Día uno, comenzó a apoyar al Instituto Laboral de Educación Sindical, el ILES, enviaba a su gente. Recientemente en Ponce, para el Día Internacional de los Trabajadores, participamos con una veintena de delegados y delegadas jóvenes del inicio de una promoción de educación sindical, lo que aprovechamos para rendir honor a Pedro Grant; y rememorar algunas de las anécdotas del Instituto Laboral de Educación Sindical, el ILES, del cual fue un ferviente colaborador.
Hay algo que no puedo dejar de decir: es que nunca tranzó con la afiliación de uniones puertorriqueñas a las norteamericanas. Para él era una cuestión de principios. Lo cual no le restaba capacidad para entender esa dimensión de la diversidad, tan necesaria para llegar a la unidad en la acción.
La ULEES da cuenta de sus aportaciones para mejorar las condiciones de trabajo en el sector de la salud. Destaca la ampliación de cláusulas en los convenios, la reclasificación de las escalas de enfermería en alianza con el Colegio de Enfermeras Graduadas e involucrarse en un esfuerzo legislativo para establecer un salario digno mediante legislación a las enfermeras prácticas y privadas. De la misma manera, hizo constar su solidaridad internacional apoyando durante muchos años la Revolución Cubana, la Misión de Puerto Rico en Cuba, Juan Mari Brás y otros esfuerzos de solidaridad patriótica. De las últimas gestiones compartidas con Radamés, destaco el apoyo al homenaje a Juan Mari Brás, y a la Misión de Puerto Rico en Cuba.
Radamés, como Pedro Grant, Ángel Báez, Isolina y otros y otras, han dejado un amplio legado cultural, sindical y político. Necesitamos su ejemplo, para seguir adelante. Gracias, Radamés. (Claridad)
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