Honorables miembros del Comité Especial de Descolonización de los Estados Unidos; Para mí es un gran honor estar frente a ustedes y expresar mi más sincera gratitud por cada una de las resoluciones que ha aprobado este augusto cuerpo respaldando el derecho de Puerto Rico a su independencia, a ser una nación soberana, y por la excarcelación de sus prisioneros políticos.
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También quisiera aprovechar la oportunidad para agradecer a los ciudadanos venezolanos y a sus presidentes Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro, al presidente Daniel Ortega y los ciudadanos de Nicaragua, al presidente Evo Morales y los ciudadanos del plurinacional Estado de Bolivia, al presidente José “Pepe” Mújica y al presidente Tabaré Vázquez y a los ciudadanos de Uruguay, al presidente Rafael Correa y al presidente Lenín Moreno y a los ciudadanos de Ecuador, al presidente Fidel Castro Ruz y al presidente Raúl Castro Ruz, y a los cinco héroes cubanos René González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González Llort y a los ciudadanos de Cuba por el respaldo que les han dado a la noble y justa causa del derecho de mi amado Puerto Rico a ser una nación independiente y soberana y de formar parte de la comunidad de naciones.
El 17 de mayo de este año fui por fin excarcelado. Si hubiese sido el 29 de mayo, hubiese pasado en prisión 36 años, casi la mitad de mi vida. Durante esos años, las resoluciones aprobadas por este Honorable Comité fueron siempre fuente de fortaleza y esperanza para mí. Las leía y encontraba preciadas expresiones de solidaridad y compasión, y me fortalecían la certeza de que algún día Puerto Rico dejaría de ser colonia y pasaría a ser un estado libre y soberano como los que representan ustedes aquí.
He pasado las pasadas cinco décadas sirviendo a la que creo es la más justa y noble causa a la que puede servir cualquier puertorriqueño. Hacerlo ha sido un acto de amor y ha sido cumplir con el deber ciudadano. Creo que servirle a una causa justa y noble jamás es un sacrificio, aunque ello signifique ofrendar la vida por ello. Digo esto para dejarle saber a todo el mundo que para mí, servirle a una causa noble y justa ha sido la experiencia más liberadora que haya experimentado y que, a pesar de todas las cosas horribles que se me hicieron mientras estuve en prisión, he regresado a casa con la cabeza en alto, y con mi honor, mi dignidad y mi espíritu más fuertes que cuando ingresé en prisión. Gracias al respaldo que este Comité le ha brindado a los prisioneros políticos puertorriqueños, y al apoyo de cientos de miles de amantes de la libertad y la justicia en Puerto Rico, en la diáspora puertorriqueña y en muchas naciones del mundo, ya no hay más prisioneros políticos puertorriqueños en los gulags del gobierno estadounidense. Desafortunadamente, hay muchos otros prisioneros políticos dentro del Complejo Industrial de Prisiones de los estados unidos. Y hay una puertorriqueña, Ana Belén Montes, que optó servir a una causa justa e ir a prisión por no hacerle el trabajo sucio a la Agencia Central de Inteligencia de los estados unidos. Sirve una condena de 25 años y está batallando contra el cáncer. Pero según el gobierno estadounidense no hay ningún prisionero político en sus cárceles.
Mientras que el gobierno estadounidense alega no tener prisioneros políticos en sus gulags, o terroristas en su nómina, asevera que en los países con cuyos gobiernos no simpatiza hay muchos. Me pareció interesante que sus socios en el crimen en Puerto Rico me criticaran por conversar con el presidente Maduro el día de mi excarcelación, y reclamaran la libertad de quienes ellos consideran prisioneros políticos en Venezuela. Estoy seguro que los prisioneros que los Estados Unidos considera prisioneros políticos jamás contemplarían la idea de solicitarle a los Estados Unidos que se excarcelen todos los prisioneros políticos de los estados unidos y de Guantánamo. Y mucho menos que se procese criminalmente a los terroristas en su nómina que han asesinado independentistas en Puerto Rico, o que se detenga la práctica del crimen del colonialismo y se le permita al pueblo puertorriqueño ejercer su derecho inalienable a la libre determinación y a ser una nación libre y soberana.
¿Cuáles han sido las consecuencias del colonialismo sobre Puerto Rico y su gente? Permítanme compartir con ustedes algunos de los efectos más nefastos que he podido observar desde mi llegada a mi amado terruño. Hoy día hay sobre cinco millones de puertorriqueños viviendo en la diáspora, mientras que menos de tres millones y medio viven en la isla. Encontré a un Puerto Rico bajo el yugo de una Junta de Control Fiscal impuesta por el gobierno de estados unidos, con pleno poder para decirles a los colonialistas que administran la colonia lo que pueden o no hacer, sobre todo en cuanto al pago de la deuda de $72 billones contraída con bancos e inversionistas. Y he observado un acelerado proceso de aburguesamiento – gentrificación, en su anglicismo directo –con la construcción de condominios cuyas unidades se venden a más de un millón de dólares.
Puesto que estoy harto familiarizado con el efecto de este proceso de aburguesamiento sobre los pobres, sé fuera de toda duda, que estos condominios de lujo no se están construyendo con ellos en mente. Los pobres están siendo desplazados; una vez se construyen estos lujosos edificios, sólo pueden vivir en ellos los ricos y los super-ricos. En Culebra, Vieques y en las costas de Puerto Rico, donde se encuentran las playas más hermosas, la construcción de edificios de lujo ya casi ofusca la vista de la naturaleza. Los colonialistas que administran la colonia ofrecen incentivos a los contratistas que las construyen y a los compradores extranjeros, mientras que les niega incentivos a los dueños de pequeños negocios y de viviendas más modestas. Por el contrario, ellos lo que reciben es aumento de impuestos. De manera que lo que este proceso hace es forzar a la gente pobre a mudarse, y muy probablemente a considerar la emigración a la diáspora. Esto causará la despoblación de Puerto Rico, que ha sido un objetivo del gobierno de Estados Unidos desde que invadieron y ocuparon a Puerto Rico. Ya en 1900 estaban forzando a los puertorriqueños a emigrar a lugares remotos como Hawaii y los estados del sureste. Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos orquestó otra ola migratoria. Mucha de la tierra que la gente pobre se vio obligada a abandonar se utilizó para propósitos militares (bases militares) y para construir hoteles de lujo para fomentar la industria turística. La ola más reciente comenzó hace 17 años. Más de un millón de puertorriqueños se han mudado a la diáspora, ocasionando la más grande fuga de cerebros en la historia de la isla, puesto que la mayor parte de los emigrantes son profesionales: médicos, ingenieros, maestros, arquitectos, enfermeros y otros profesionales de la salud. Si la escuela de Medicina de Puerto Rico gradúa 100 médicos, el 85% tiene que emigrar. No hay empleos para los profesionales jóvenes. Su única opción es emigrar.
Supongan que una baja en población así ocurra en sus países. Cualquier país que pierda dos terceras partes de su población, incluyendo su mejor talento en términos de recurso humano, no puede vislumbrarse con una economía fuerte y una óptima calidad de vida para sus ciudadanos. En Puerto Rico ya comienzan a verse los efectos negativos de la última ola migratoria. Ya vemos una creciente población de envejecientes que cada vez se hace más pobre, y cada vez tienen menos servicios sociales y médicos. Su futuro luce verdaderamente tétrico. Al mismo tiempo, la población de edad reproductiva se está yendo de Puerto Rico, y los extranjeros están comprando condominios de lujo, o en urbanizaciones para la clase alta cerradas. Si alarmante es la despoblación de Puerto Rico, más lo es lo que la Junta de Control Fiscal está obligando a hacer a los administradores coloniales. Para empezar, para agosto se cerrarán 169 escuelas. Muchos maestros perderán su forma de ganarse la vida, y las comunidades, especialmente las más pobres, perderán sus escuelas. Tras bastidores, los colonialistas arrecian más y más con su agenda de privatización. No se convencen de que la privatización ha jugado un rol principal en la desastrosa debacle económica que afecta a Puerto Rico, una de las peores en su historia.
Además de cerrar 169 escuelas, están amenazando el futuro de la Universidad de Puerto Rico. El objetivo de la Junta de Control Fiscal es quitarle al presupuesto de la Universidad casi medio billón de dólares. También quieren aumentar la matrícula y forzar a la Universidad a cerrar algunos de sus once recintos y a vender parte de sus tierras, algunas de las cuales se han estado utilizando para llevar a cabo experimentos. Pareciera que lo que se propone la Junta es privatizar la Universidad. Todo el dinero sustraído de la educación pública se utilizará para llenar las arcas de los bancos y los inversionistas. Mientras que los puertorriqueños estarán más pobres y miserables, los colonialistas y la industria bancaria estarán más ricos. Por lo que vemos que Puerto Rico se empobrece más y más, y a la vez su población nativa decrece y decrece.
A pesar de que el futuro de Puerto Rico pareciera ser lúgubre, muchos puertorriqueños piensan que es el mejor momento para adelantar un proceso de descolonización. Sabemos que la mayor parte de los puertorriqueños aman a Puerto Rico, nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra lengua, nuestros orígenes. Vemos el potencial que tiene Puerto Rico para convertirse en una nación fuerte y en un buen aliado de la economía caribeña y latinoamericana. Tenemos los recursos humanos y otros recursos básicos para convertir a Puerto Rico en el jardín del Edén que podría ser. Porque éste es un buen momento, le solicitamos a este Comité que eleve el asunto de la descolonización a la Asamblea General y le pida que cumpla con su responsabilidad de terminar con el colonialismo de Puerto Rico a manos de los Estados Unidos. El colonialismo es un crimen contra toda la humanidad. Si los Estados Unidos es la nación respetuosa de las leyes que alega ser, le corresponde descolonizar a Puerto Rico de acuerdo a los estatutos de la ley internacional que prohíben el crimen del colonialismo.
Tengo la esperanza de que harán todo lo que esté a su alcance para acabar con el estatus colonial que aqueja a Puerto Rico, y para ayudarnos a hacer de Puerto Rico la nación que puede ser, y para integrarse a la comunidad de naciones. Muchas gracias.
En resistencia y lucha siempre.
Ponencia en el Comité Especial de las Naciones Unidas sobre la situación en cuanto a la implementación de la Declaración concediendo la independencia a los territorios coloniales. Vista sobre Puerto Rico. 19 de junio 2017. La ponencia fue ofrecida en inglés, la traducción es de la compañera Sylvia Solá Fernández. (Claridad) |