Blanco de una arremetida mediática y económica sin cuartel, la Revolución bolivariana es vilipendiada sin tregua por la derecha nacional, regional e internacional, con el aliento y financiamiento de Estados Unidos y de regímenes títeres de Washington en la Patria Grande.
No es primera vez que aprecio que una suerte de “fatalismo” se apodera de algunos hasta el punto de caer en la trampa de las grandes transnacionales de la información, las cuales, como bien sabemos, buscan descolocar y desmovilizar a las fuerzas progresistas en Nuestra América y el mundo.
Con Venezuela me volvió a ocurrir en las últimas horas. Blanco de una arremetida mediática y económica sin cuartel, la Revolución bolivariana es vilipendiada sin tregua por la derecha nacional, regional e internacional, con el aliento y financiamiento de Estados Unidos y de regímenes títeres de Washington en la Patria Grande.
A juzgar por los emporios mediáticos al servicio de las oligarquías, el gobierno del presidente Nicolás Maduro está “acorralado y sin salida” por una oposición que actúa con violencia precisamente para generar caos, y crear la falsa imagen de ingobernabilidad y una supuesta fase terminal del Chavismo.
No es menos cierto que el panorama venezolano se torna complejo por su polarización, continuas agresiones externas, guerra económica, amenazas de intervención extranjera y la conducta terrorista asumida por la derecha, pero los medios de información esconden sin embargo los esfuerzos de paz que realiza el ejecutivo de Maduro, traducidos en los reiterados llamados al diálogo y más recientemente en la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Ocultan asimismo la unidad que persiste entre los líderes del proceso revolucionario, en sus comprometidas fuerzas armadas, y en un pueblo que aún no ha bajado desde los cerros a Caracas, como lo hizo para retornar al presidente Hugo Chávez al Palacio de Miraflores, tras la intentona golpista en su contra en 2002.
Sin esa unidad, la Revolución bolivariana hubiera sucumbido hace mucho tiempo, pues no habría podido resistir, como lo ha hecho hasta nuestros días, a todos los embates a los cuales ha sido sometida desde su mismo triunfo, el 2 de febrero de 1999.
Esa fortaleza del Chavismo persiste, a pesar de las actuales circunstancias que se le imponen a Venezuela, y debe fortificarse en la misma medida que la irritada derecha se desprestigie cada vez más ante el pueblo por su accionar violento e inescrupuloso.
La llamada “oposición democrática” en esa nación sudamericana continúa dividida, sin argumentos ni programas, motivos por los cuales solo le resta acudir al terrorismo como forma de intentar hacerse del poder por la fuerza.
En cambio, la Revolución bolivariana sigue ofreciendo su corazón en beneficio de la convivencia pacífica de todos sus ciudadanos. Y conseguirá otro triunfo.
Real es que está en peligro, como escribió un colega, pero sabrá y tiene para defenderse. Además, todas las cartas no han sido puestas encima de la mesa por el gobierno de Maduro y sus millones de partidarios. Sería ingenuo pensar otra cosa.
Recuerdo ahora al líder histórico cubano, Fidel Castro, quien ante las peores adversidades que tuvo que enfrentar su pueblo nunca transmitió ni un solo destello de derrotismo, ni siquiera cuando la mayor de las Antillas se quedó sola en este mundo, en la década de los años 90, y pocos apostaban por la sobrevivencia de su Revolución.
Chávez dignificó el ejemplo de Fidel y de los cubanos, y de seguro el pueblo venezolano, ahora liderado por Maduro, sabrá afirmar a los “fatalistas”: quién dijo que Venezuela está perdida.
Fuente: redhsite.wordpress.com |