El prisionero político Oscar López Rivera regresó hoy a suelo boricua, donde terminará de cumplir su sentencia, que se extingue el 17 de mayo.
En un vuelo de American Airlines, las autoridades del Negociado de Prisiones de Estados Unidos trasladaron esta tarde a la Isla a López Rivera.
El prisionero político vestía un mahón, una camisa roja y una gorra blanca. Además, estaba esposado. Fue sacado por el segundo nivel del aeropuerto.
Benito de Jesús, quien llevaba una bandera de Lares, fue uno de los pocos presentes que pudo ver a López Rivera.
De Jesús dijo que López Rivera se veía tranquilo y feliz.
Esta mañana, el representante estatal neoyorquino José Rivera fue el primer funcionario en confirmar el traslado de López Rivera, quien ha cumplido 35 años y ocho meses en prisiones estadounidenses, la mitad de ese tiempo en el complejo de Terre Haute, Indiana.
“Familia, después de tantos años de lucha Oscar López Rivera está en el aeropuerto en ruta pa(ra) Puerto Rico”, colocó Rivera en su página de Facebook.
La familia cercana y la abogada de López Rivera han guardado silencio en las últimas 24 horas sobre los informes extraoficiales de que el traslado de López Rivera, el que era probable tras el presidente Barack Obama conmutar su sentencia, se produciría hoy.
Más de una decena de personas esperaban ansiosas en el aeropuerto internacional la llegada del prisionero político. Unas seis monoestrelladas azul cielo ondeaban en las afueras del terminal de American Airlines.
“Yo vine con la esperanza de recibir a Oscar. Obviamente, no sé si podemos verlo o no, no me importa lo que tenga que esperar, no me importa si no lo puedo ver hoy”, expresó Nady Pacheco, quien llegó al aeropuerto junto a su esposo y nieta.
“Lo importante es que él sepa que había un pueblo pendiente de que fuera liberado, y que hay un pueblo que lo apoya, que hay gente en este país que agradece infinitamente el sacrificio que él ha hecho por lograr la independencia de puerto rico y los años que sufrió de cárcel”, añadió.
Tras conmutársele la sentencia, el Negociado de Prisiones de EE.UU., de encontrar espacio, estaba obligado a sacar a López Rivera del complejo carcelario de Terre Haute (Indiana) a una prisión de tiempo parcial como parte del proceso hacia su reinserción en la sociedad.
López Rivera había solicitado entonces que se le trasladara a alguna institución federal en Puerto Rico, donde cumplirá los últimos 97 días de cárcel y se supone se le permita salir a trabajar.
La alcaldesa de San Juan ha indicado que le tiene un trabajo comunitario a López Rivera, quien el pasado día de Reyes cumplió 74 años.
López Rivera fue convicto principalmente de conspiración sediciosa debido a sus vínculos con el grupo clandestino independentista Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).
Entrevistada hace unos días en Terre Haute (Indiana), la hija de López Rivera, Clarisa López Ramos, indicó que su padre había comenzado la mudanza, enviando unas cajas a Puerto Rico – donde tiene previsto vivir con ella-, y otras a familiares a Chicago, Illinois, donde fue arrestado.
López Rivera probablemente no ha pisado suelo puertorriqueño desde enero de 1975, cuando estuvo en una conferencia en Isabela.
“Está feliz, superalegre”, dijo el pasado 28 de enero López Ramos, al concluir una de sus visitas recientes a la cárcel de Terre Haute después de que el presidente Obama conmutara la sentencia de su padre.
Aunque llegue hoy a Puerto Rico, la abogada de López Rivera, Jan Susler, ha advertido que sigue siendo un prisionero y que se mantienen las restricciones no solo carcelarias, sino de poder hablar con los medios de comunicación. (El Nuevo Día)
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