Peñuelas – “La lucha nunca cesa. La vida es lucha toda…”, dice el poema “Distancias”, de Juan Antonio Corretjer, y muy bien puede ser la descripción de la vida de cientos de peñolanos que generación tras generación han batallado contra “grandes intereses” que los han dejado empobrecidos, enfermos y con un gran problema ambiental.

El más reciente capítulo de esa resistencia comenzó a escribirse la semana pasada, cuando la cogeneratriz AES llegó a depositar cenizas de carbón en el Peñuelas Valley Landfill, vertedero operado por la compañía EC Waste. Esta acción provocó la reactivación del Campamento contra las Cenizas, y dejó el saldo de más de 60 ciudadanos arrestados en los primeros tres días de protestas.

Antes de las cenizas, ya tuvieron el complejo petroquímico, mejor conocido como la Corco, que los dejó con miles de cuerdas de terreno afectadas y una limpieza de esas instalaciones que terminó con la contaminación de asbesto en las comunidades cercanas. Proliferaron los vertederos clandestinos, usados para depositar desperdicios químicos, dañando los suelos. También, un almacén de gomas se incendió y su fuego ardió por cinco años. Y operó una empresa de cremación de cadáveres, que alegan levantaba una humareda oscura y espesa que se metía a las casas.

Han luchado, además, en contra del establecimiento de otro almacén de gomas y de la construcción del Gasoducto del Sur.

“Lo que han hecho con nosotros es un genocidio”, declaró José Manuel Díaz, del Comité Pro Desarrollo, Salud y Ambiente de Tallaboa.

“Nos han visto como un zafacón”, agregó Yanina Moreno, portavoz del Campamento contra las Cenizas.  

Pero, ¿por qué Peñuelas? “Porque somos comunidades pobres, marginadas, y creen que, como somos pobres, no importamos. También, como ya tenemos tantos terrenos contaminados por la Corco, cada vez que viene una compañía de estas que es de gran impacto ambiental, pues dicen vamos para Peñuelas”, reiteró Moreno.

“Si las cenizas son tan buenas, por qué no se las llevan para Garden Hills. Ah, porque allí la gente va a protestar, pero lo va a hacer con dinero, con abogados, cabildeando. Aquí, como no tenemos dinero, la lucha se da con respeto y dignidad. La damos en la calle porque no tenemos dinero para ir a cabildear”, subrayó.

Pero, peor que el atropello de grandes empresas, es el abandono y menosprecio que, aseguran, han sufrido del Gobierno. Cuando hacen esta crítica, son  contundentes al incluir a los dos partidos políticos que han tenido control en el País.

“Las agencias del Gobierno que están llamadas a protegernos no lo hacen. No evalúan los proyectos como debe ser y la acción o inacción de la Policía ha abonado a estos incidentes tan lamentables”, lamentó Moreno.

Otro asunto que los afecta  es la supuesta doble vara a la que están sometidos, desde ese sentimiento de que la gente piense que valgan menos por ser pobres y de que esa misma pobreza los lleve a enfrentar procesos que otros no.

“El lunes arrestaron a 21 de nosotros y el miércoles a 41 porque alegan que violamos la Ley 22 (Ley de Tránsito), cuando nosotros estábamos ejerciendo nuestro derecho a la desobediencia civil de manera pacífica. Sin embargo, el martes los camioneros cerraron la carretera PR-385 y la PR-2,  y la Policía no hizo nada, no movió un dedo.  Esa doble vara nos hace un daño psicológico y emocional”, expresó.

“Lo peor es que nos ponen a pelear puertorriqueños contra puertorriqueños. Nosotros entendemos que los policías y los camioneros están también haciendo un trabajo para sostener a los suyos. Pero que el Gobierno permita esto es una vergüenza”, puntualizó Moreno.      

Impactos de la Corco. Los líderes comunitarios aseguran que el impacto en la vida de decenas de familias en Peñuelas ha sido devastador. A algunos les ha tocado enfrentar la miseria cara a cara, mientras que otros se han visto enfrentados a la enfermedad.

“Desplazaron a nuestras comunidades para construir el complejo petroquímico. Nos quitaron el acceso a la playa y con eso, la recreación del pueblo y el modo de subsistencia de muchos, porque la industria de la pesca se ha visto afectada por el acceso y por la contaminación en la costa. Los acuíferos se secaron y no se han podido sobreponer”, dijo Díaz.

Según Díaz, el único estudio que se ha hecho para verificar la calidad del aire estableció que el aire en Peñuelas “no es respirable”.

Incidencia de cáncer. “La incidencia de cáncer ha aumentado significativamente. No puedo hablarte de números porque nunca se han ocupado de hacer estudios, de llevar estadísticas. Pero Peñuelas es un pueblo de gente que ha vivido aquí por generaciones y es como una gran familia; entonces uno se conoce y se entera de todos los casos. Lo mismo con las enfermedades respiratorias”, comentó Moreno.

Díaz lamentó que la única vez que un funcionario del Departamento de Salud se ha expresado sobre su situación fue la propia secretaria, Ana Ríus, y esta les aseguró que “las cenizas no son tóxicas”, planteamiento que le debaten y expresiones que resienten.

Los efectos no han sido solo en la salud física, pues la emocional también se ha visto afectada.

“Aquí todo el mundo vive en tensión”, puntualizó Díaz, mientras relataba cómo en su niñez todos los niños de la escuela lloraban desconsolados cada vez que las sirenas de la planta petroquímica sonaban a destiempo, porque sabían que eso era que algo malo pasaba y los padres de muchos de ellos trabajaban allí.

¿Hasta cuándo van a estar en manifestación?, preguntó este diario.

“Hasta que se acabe por fin el depósito de cenizas. Ahora ya no es solo una lucha de Peñuelas. Lo que no queremos para nosotros, no lo queremos para nadie más. Si no la echan aquí, la van a querer ir a echar en otro lugar y eso no se puede permitir”, puntualizó Moreno.    

Fuente: El Nuevo Día

Foto: Jorge Ramírez Portela