En una actividad efectuada para honrar la integración social latinoamericana, se unieron mujeres militantes de Guatemala, Perú, Ecuador, Honduras y Puerto Rico – asociadas todas a las distintas luchas, particularmente las ambientales – las cuales intercambiaron experiencias sobre lo que ha sido el proceso de resistencia en los diferentes países que representan.

Con sede en Casa Pueblo, en el municipio de Adjuntas, el “Encuentro latinoamericano de mujeres que luchan por el ambiente y el desarrollo sostenible”, celebrado durante el pasado viernes 16 y sábado 17, fue un foro para exponer las distintas maneras de resistirse a las imposiciones y de llevar la lucha ambiental, que se extrapola a muchas otras luchas sociales que da una comunidad que coexiste con determinado lugar geográfico.

Berta Zúñiga Cáceres, hija de la líder ambientalista hondureña Berta Cáceres Flores, quien fue asesinada hace seis meses a raíz de su intensa lucha en contra de un proyecto hidroeléctrico en su país, fue una de las mujeres participantes de este encuentro.

Zúñiga Cáceres, de 25 años de edad, utilizó el foro para “hacer voz de la lucha del pueblo indígena lenca, que no ha sido asesinado con el asesinato de su coordinadora general, Berta Cáceres. Esta es una lucha que continúa y que ahora tiene como propuesta importante la lucha por la justicia en el caso de nuestra compañera, mi madre, en un país donde es muy difícil obtener la justicia, pero que creemos firmemente que llega por el esfuerzo y la lucha de los pueblos”.

De entrada, la también luchadora incansable, denunció la expansión de “una gama de megaproyectos extranjeros por la región centroamericana, la cual quieren convertir en un corredor de transmisión eléctrica y de energía, además, en una zona de saqueo”. Según la joven, esos proyectos extranjeros entran a la estructura económica de los países latinoamericanos con la protección jurídica y militar represiva de los Estados.

El viernes, en un aparte con la prensa, las demás mujeres invitadas también denunciaron la represión y amenazas que enfrentan en sus países por la militancia que sostienen para defender los recursos naturales de sus tierras. Se hizo evidente entre todas el reclamo a las autoridades gubernamentales y militares de sus países por permitirles desarrollar a las compañías trasnacionales grandes proyectos económicos que ponen en peligro la sustentabilidad de las tierras tomadas y el bienestar de las personas que viven cerca.

“Un tema evidente en esta conferencia fue el de los actores que están produciendo o están participando en nuestros territorios del saqueo y la explotación. Son los mismos (en todos lados): instituciones financieras internacionales que ya ni tienen país; lo que representan son los intereses económicos, también los gobiernos y los aparatos militares”.

Así lo confirmó Aura Lolita Chávez Ixcaquic, integrante del Consejo de Pueblos Kichés, quien insistió en que las empresas trasnacionales mineras, hidroeléctricas, de monocultivo y petróleo “están invadiendo territorios sin consultar a las personas que viven ahí”.

Por su parte, Lorena Cabnal, de la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario en Guatemala, comentó que “nuestras historias de defensa territorial vienen bañadas de persecución política, riesgos, ataques, amenazas de muerte, allanamientos, órdenes de captura”.

“Ante ese contexto, debe haber una respuesta articulada y de solidaridad. Hay que entender las luchas, hay que sentirlas y vencerlas como si fueran nuestras luchas. Yo creo que ese es un principio humano. Construir proyectos políticos que tengan los mismos principios y que también sean una alternativa van a significar la sobrevivencia de nuestro pueblos”, señaló Zúñiga Cáceres.

Otras mujeres que estuvieron presentes en los foros realizados en Casa Pueblo fueron: Glevys Rondón, de la organización Latin American Mining Monitoring Programme, la cual trabaja con mujeres de América Latina que están directamente afectadas por los proyectos mineros; Elizabeth Cunya Novillo, reconocida peruana activista en la lucha en contra de la minería; y Lina Solano, directora de la organización Frente de Mujeres Defensoras de la Pachamama, con sede en Cunca, Ecuador, y directora de la Red Regional de mujeres defensoras Unión Latinoamericana de Mujeres (ULAM).

A ella se unieron el sábado las puertorriqueñas Ela Cruz, activista de la zona del karso y de Caño Tiburones; Yanina Moreno, de la comunidad Tallaboa Encarnación, en Peñuelas; la activista viequense Aleida Encarnación; Mary Ann Lucking, de Coralations, en Culebra; Myrna Conty, de la Coalición de Organizaciones contra la Incineración en Arecibo; Elisa Sánchez, de la Coalición Playas Pa’l Pueblo; Elena Biamo, de la organización Boricuá, y Angie Colón, del Corredor Ecológico del Noreste.

Este encuentro, según Arturo Massol Deyá, uno de los directores del proyecto Casa Pueblo, tuvo el propósito de estrechar lazos con América Latina, de acercarnos como puertorriqueños a esos desafíos que enfrentan nuestros vecinos latinoamericanos, de visibilizar las luchas de las mujeres de esas regiones y de ser solidarios con las luchas que ellas están dando por la justicia social de sus pueblos.

Añadió Berta Zúñiga Cáceres que este intercambio de mujeres en Puerto Rico fue “una oportunidad para decir alto a toda esta situación de impunidad y de violencia que existe, y también para traer la memoria de ella (su madre), porque sabemos que está viva en las luchas de todos los pueblo, que sigue luchando desde la Tierra, que nos sigue acompañando y que se sigue manifestando en la rebeldía de todos los pueblos que luchamos por ese objetivo común”.

“El ejemplo de mi mami para todos los pueblos que están en la lucha es uno de rebeldía inclaudicable, de lucha permanente y de no bajar la guardia. Nosotras, que enfrentamos un contexto tan difícil, continuamos la lucha, y es nuestra obligación continuarla con esperanza porque si no tenemos esperanza, ya estamos derrotados. Ese es el ejemplo principal de mi mamá, el de no callarnos, no intimidarnos ante tanta dificultad y el de seguir articulando con los pueblos”, enfatizó la joven.

Fuente: Claridad