La lucha por la excarcelación de Oscar López Rivera cobra una nueva dimensión con la proyectada actividad masiva que una amplia coalición de sectores políticos, cívicos y sociales de Puerto Rico y Estados Unidos ha convocado, y que se celebrará el domingo, 9 de octubre, en el parque Lafayette, en las inmediaciones de la Casa Blanca en Washington, D.C.

Esta actividad pretende, desde la misma sede del Gobierno de Estados Unidos, proclamar al mundo la injusticia que cometen el Departamento de Justicia y el presidente de dicho país, Barack Obama, al ignorar las múltiples gestiones y los masivos reclamos que se han realizado desde Puerto Rico, otros lugares del mundo, y Estados Unidos, para que el mandatario decrete el indulto del prisionero político boricua. De hecho, el pasado mes de enero el Caucus Hispano del Congreso de Estados Unidos en pleno le escribió una carta al presidente Obama respaldando la excarcelación de Oscar.

Según expresa el congresista puertorriqueño por el estado de Illinois, Luis Gutiérrez, en una entrevista que se publica en esta edición de CLARIDAD, es tajante el contraste entre la actitud evasiva del Presidente de Estados Unidos hacia el indulto del puertorriqueño, mientras ha indultado sin problemas a cientos de prisioneros convictos por tráfico de drogas, como ocurrió tan recientemente como el pasado mes de julio, cuando indultó a cerca de 200 de estos prisioneros.

No cuestionamos la potestad del Presidente de Estados Unidos para indultar a quien quiera. Lo que sí denunciamos es la indiferencia que él y su administración han demostrado hacia el reclamo por la libertad de Oscar López Rivera. Cuestionamos también por qué cada vez que el congresista Gutiérrez intenta conocer el paradero de la solicitud de excarcelación del prisionero político puertorriqueño, ya sea en el Departamento de Justicia, o ante algún ayudante o portavoz del Presidente, se enfrenta –como él mismo ha expresado– a una pared de silencio y a una madeja burocrática que pareciera querer tapar el cielo con la mano para que no se mencionara más un asunto que les resulta desagradable y embarazoso. Sin embargo, se trata del mismo Presidente que le afirmó al actor puertorriqueño Lin Manuel Miranda que la solicitud de excarcelación de Oscar López Rivera se encuentra sobre su escritorio.

Barack Obama no sería el primer presidente de Estados Unidos que indulta a un prisionero político puertorriqueño. El presidente Harry Truman, quien fuera el objetivo del atentado armado realizado en la Casa Blair en el 1950, por los patriotas nacionalistas puertorriqueños Griselio Torresola y Oscar Collazo- en el cual resultaron muertos Torresola y un policía de la seguridad de la Casa Blair- conmutó la sentencia de muerte que un jurado estadounidense le impuso a Collazo por una de cadena perpetua. Casi treinta años más tarde, otro presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, decretó el indulto de Oscar Collazo, junto al de un grupo de patriotas puertorriqueños integrado por Lolita Lebrón, Irvin Flores, Andrés Figueroa Cordero y Rafael Cancel Miranda, quienes en 1952 realizaron una acción armada en el Congreso de Estados Unidos para llamar la atención del mundo a la situación colonial de Puerto Rico. Más recientemente, en 1979, el presidente Bill Clinton decretó el indulto de una quincena de prisioneras y prisioneros políticos puertorriqueños, la mayoría de ellos acusados y convictos junto a Oscar López Rivera, por su militancia en organizaciones que luchaban por la independencia de Puerto Rico.

Por eso, desafía toda lógica que el presidente Barack Obama- un jurista de altos vuelos- haya convertido en su cruzada indultar a traficantes de drogas que han envenenado las vidas de miles de jóvenes en Estados Unidos, mientras se muestra tan impasible y duro para otorgarle el indulto a Oscar López Rivera, un hombre de 73 años que ha aprovechado su larga estancia carcelaria de 35 años-muchos de ellos en las peores condiciones- para convertirse en un ejemplo de perseverancia, tesón, sabiduría y grandeza humana, que sirve de inspiración a quienes le conocen.

Es también imposible razonar que un mandatario que se confiesa admirador de Nelson Mandela y es capaz de entender y apreciar los motivos por los cuales el patriota sudafricano sufrió 27 años de dura cárcel, sea incapaz de reconocer y apreciar el desprendimiento patriótico que ha servido de motivación a la vida de Oscar López Rivera.

Barack Obama será presidente de Estados Unidos hasta mediados de enero de 2017. Hasta ese momento, será quien único tenga la potestad para sacar a Oscar de la cárcel. Por eso, es necesario que tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, y en el mundo entero, se multipliquen las voces, las acciones y los esfuerzos en una cruzada masiva que logre penetrar la coraza que ha impedido hasta ahora que Oscar López Rivera pueda regresar libre a su Patria puertorriqueña.