¿A qué vino el gobierno que llegó por medio de un golpe de Estado? Prometió que iba a reunificar el país, pero lo único que hizo fue desmantelar lo que se había construido en el país, en la sociedad, en el Estado, en Brasil.
Gobierno que se instaló para destruir: destruir lo que tenemos de democracia. Violó el mandato de una presidenta reelegida por votación popular a través de acusaciones sin fundamento. Violó la democracia, conspirando contra el mandato legal de una presidenta, valiéndose de la mayoría parlamentaria conseguida por métodos corruptos por su aliado privilegiado, Eduardo Cunha, para asaltar el Estado.
El gobierno sólo tiene una agenda negativa: la destrucción del patrimonio público, privatizando a precio de ganga el presal, una conquista de la capacidad investigadora del sector público brasileño, entregada como un regalo a las empresas privadas y a las corporaciones multinacionales. Destruye Petrobras, la mayor empresa brasileña, para venderla a las corporaciones multinacionales por partes.
Un gobierno que llegó para imponer un brutal ajuste fiscal, frente a una profunda recesión, promoviendo el endeudamiento del estado, para que Brasil vuelva de nuevo a los brazos del FMI, de los que salió en la última década.
Un gobierno que destruye el estado brasileño, debilitando su capacidad de regulación económica, de inducción del crecimiento económico, de garantía de los derechos de todos. Un gobierno que liquida el poder del Estado para limitar la acción salvaje del mercado y sus agentes.
Un gobierno que vino para desmantelar los derechos que se extendieron a todos en la última década, promoviendo la inclusión social de todos, al volver a intensificar la desigualdad, la exclusión social, la pobreza, la miseria y el abandono. Un gobierno que vino para hacer regresar de nuevo a Brasil en el Mapa del Hambre.
Un gobierno que vino para agredir a los aliados de Brasil con actuaciones violentas y extremas, hablando suave con los EE.UU. y vociferando a nuestros vecinos y, hasta ahora, aliados.
¿Va a dejar el Senado que un gobierno que destruye Brasil siga gobernando? En 2018, el país estará reducido a cenizas; socialmente, desintegrado y explosivo; políticamente, el gobierno, el Congreso, los políticos y el poder judicial estarán rechazados por toda la población; económicamente, se encontrará en medio de la crisis recesiva más profunda de su historia; internacionalmente, aislado y desprestigiado.
El escenario de la votación final del Senado es el que hay: no quedó ningún argumento en pie que pueda justificar el impeachment. No hay ninguna duda de que se trata de un golpe que se vale de una mayoría parlamentaria para tratar de invalidar las elecciones y el voto popular.
La voz de las calles es inequívoca: ¡Fuera Temer! Los embustes de quienes mantienen una posición a favor del golpe son una condena permanente a quienes no quieren oír la voz de las calles.
El Senado puede votar con el pueblo o contra el pueblo, por la democracia o en contra de la democracia, con Brasil o en contra de Brasil. Podrá autorizar a un gobierno no elegido por los brasileños a que destruya lo mejor que ha construido este país o devolver al pueblo la oportunidad de decidir sobre su destino.
Es la votación más importante en la historia del Senado, después de aquella votación vergonzosa en que aprobó el golpe de estado de 1964. ¿Votará con los brasileños o en contra de los brasileños, por la reconstrucción del país como una democracia política y social o por entregarlo en manos de los banqueros para que dilapiden su riqueza? ¿Votará a favor de la reanudación del desarrollo económico con redistribución de la renta, que fue lo que eligió el pueblo en cuatro elecciones sucesivas, o lanzará al país a las tinieblas de la recensión sin salida, del paro sin límites y de la dictadura y con el descrédito internacional volviendo a ceñirse sobre Brasil? O se entrega el país a manos de quienes lo destruyen de forma irreversible o se vota por el derecho de los brasileños a decidir sobre su futuro y el destino del país.
Emir Sader es columnista del periódico digital 247 y uno de los principales sociólogos y politólogos brasileños.
Traducción del portugués para Rebelión de Alfredo Iglesias Diéguez.
www.brasil247.com
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