La evaluación de la llamada Declaración de Impacto Ambiental Preliminar (DIA-P) del propuesto gasoducto sur-centro-norte, requiere análisis e integración de información sobre diversas variables tecnológicas,
económicas, políticas, además de las características químicas del gas natural, la geología, la topografía, los suelos, la hidrología y la demografía en la ruta propuesta. También hay que discutir asuntos relacionados con la geografía de la generación, transmisión, distribución y consumo de la energía eléctrica.
El proyecto del gasoducto está basado en varias premisas infundadas, entre las cuales sobresalen tres. La primera es que existe una situación de urgencia con respecto al estado de la infraestructura de energía. La segunda, que el precio del gas natural se va a mantener a un nivel bajo, relativo a otras fuentes de energías renovables o no renovables, por dos décadas o más. La tercera, que con el gas natural se van a resolver los problemas económicos. De estas y otras premisas se desprende una conclusión ilógica: que el gasoducto es la mejor opción para lidiar con la situación económica y energética del país.
Una situación urgente es imprevista, súbita, no anticipable. La situación económica y energética de Puerto Rico se ha gestado durante más de cincuenta años, desde que comenzó la inversión en plantas termoeléctricas, refinerías de petróleo, petroquímicas y viviendas individuales de tipo horizontal. La solución a una situación económica y energética tan difícil y prolongada, no puede darse con una pobre planificación caracterizada por la prisa y la improvisación electoral. Esto ocurrió con el gasoducto del sur en el 2007-2008 y está ocurriendo con el gasoducto del sur-centro-norte.
La crisis económica prolongada, profunda, con visos de depresión, que sufre Puerto Rico, es resultado de la dependencia de la importación de capital, que tiene como componente inseparable la exportación de excedente económico en la forma de ganancias. Ese excedente no está disponible para suplir las necesidades de los puertorriqueños. Además, Estados Unidos de América del Norte (EU) y otros países centrales entraron en mayor o menor grado, en un periodo largo de crecimiento lento, recesiones profundas y prolongadas, recuperaciones lentas y superficiales, desde fines de la década de 1960 y mediados de la década del 1970.
El petróleo fue una materia prima en extremo barata durante las décadas anteriores a la de 1970. Desde entonces han ocurrido cambios bruscos, de aumento y reducción en su precio. Los aumentos bruscos han sido detonantes, no las causas profundas, de crisis económicas periódicas en EU y otros países. El precio del gas natural y del uranio fluctúa con las variaciones en el precio del petróleo. Lo que existe es un mercado mundial de la energía, no un mercado separado de fuentes de energía.
Existe un alto grado de concentración en cuanto al control del petróleo por países productores y grandes compañías transnacionales. Aunque en menor grado, también hay control de la mayor parte del gas natural por un número reducido de países y compañías. Durante los últimos años se ha discutido la posible formación de una organización de países exportadores de gas natural.
A la página 54 del Oil & Gas Journal publicado en septiembre 6 de 2010, las compañías ExxonMobil Corp., Chevron Corp. y ConocoPhillips tienen la mayor producción de combustibles líquidos y gas natural en el mundo. También producen la mayor cantidad de combustibles líquidos en EU.
De forma creciente se manifiesta gran preocupación entre funcionarios gubernamentales, políticos, economistas y representantes de compañías petroleras, petroquímicas, de electricidad, comerciales, industrias pesadas y otras por las reservas, la producción y el precio del petróleo y sus derivados en el mundo. Un número cada vez mayor de éstos piensa que el pico en la producción de petróleo a precios razonables, ha llegado u ocurrirá durante esta década.
La disponibilidad de petróleo con un costo de extracción y refinación bajo se ha estado reduciendo en el mundo por décadas. Cada vez hay que ir más profundo bajo el terreno, el mar y el lecho marino y más lejos de los centros de consumo, para encontrar y extraer el petróleo, lo cual encarece esta materia prima. Es bien probable que el aumento en el consumo de gas natural para contrarrestar esta situación, conlleve un aumento significativo en su precio, durante esta década. Hay que entender que el control de estos recursos naturales por los países productores y las grandes compañías transnacionales, conlleva ganancias elevadas.
Hay una clara tendencia en EU y Europa a moverse en la dirección de usar menos carbón y usar más gas natural para producir energía eléctrica. Una de las razones principales es el cambio climático causado por las emanaciones de bióxido de carbono. En Europa ya existe un pago por la emanación de este gas. Se espera que durante esta década se imponga algún tipo de contribución similar en EU y en el resto del mundo. La combustión de gas natural genera mucho menos bióxido de carbono que la combustión del carbón y menos que la de los derivados de petróleo.
La extracción de gas natural se da en un mayor número de países por más compañías, que la del petróleo. En la medida que aumente su uso tenderá a aumentar el poder de compañías transnacionales que controlan el petróleo y el gas natural, proceso que comenzó hace muchos años. Reiteramos que se han dado reuniones de países productores de gas natural para gestar una organización de países exportadores de este combustible. Es lógico esperar que entre los países productores y las compañías transnacionales establezcan precios elevados del gas natural, como ha sucedido con el petróleo y sus derivados.
El gas natural ha sido más barato por unidad de energía química convertida a energía eléctrica, que el aceite destilado, durante muchos años. También es más barato producir energía eléctrica con gas natural que con la mayoría de las fuentes de energía renovable. Los funcionarios de la AEE parten de la premisa errada que esto va a seguir siendo así cuando menos por los próximos 20 años. Esta es una visión estática con respecto a las transformaciones tecnológicas, económicas y políticas que han estado ocurriendo en el mundo.
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