Este verano Carlos Muñiz Varela habría cumplido sesenta años si no lo hubieran asesinado cuando apenas tenía veinticinco.
Ha estado con nosotros, en el recuerdo y en la exigencia porque se le haga justicia, por más tiempo que el que se le permitió vivir. Cuando lo mataron tenía dos hijos pequeños que hoy son mayores que él.
El crimen fue a la luz del día, a la vista de todos, en una zona urbana, en San Juan, Puerto Rico, el 28 de abril de 1979. Un grupo terrorista de origen cubano se atribuyó el atentado que, sin embargo, desde entonces, sigue impune.
Entonces no se sabía quiénes eran los asesinos. O, para ser exactos, no lo sabía el público. Pero lo conocían las autoridades que han sido y son responsables por una impunidad que dura ya 35 años.
Durante ese largo período, su hijo Carlos Muñiz Pérez, sus familiares y sus amigos se han empeñado en que la justicia y la verdad prevalezcan. Ha sido una dura batalla, cuesta arriba, encarando obstáculos que a veces parecían insalvables.
Pero, poco a poco, trabajosamente, se ha ido logrando descubrir parcialmente algunos documentos oficiales que prueban que el Buró Federal de Investigaciones ha protegido a quienes quitaron la vida del joven cubano-puertorriqueño, amparando así al terrorismo en un territorio que pertenece, por imposición colonialista, a los Estados Unidos de América, el país que hipócritamente se disfraza de campeón en la lucha contra ese flagelo.
En 2008 quien era Director del FBI en Puerto Rico comunicó al entonces Secretario de Justicia del Estado Libre Asociado, Roberto Sánchez Ramos, que su Agencia tenía pruebas que permitirían esclarecer quiénes fueron los autores del asesinato. En noviembre de ese año Barack Obama ganó las elecciones presidenciales prometiendo un cambio en la política norteamericana que, entre otras cosas, anunciaba mayor transparencia en la administración de la justicia.
Antes de que se instalase en la Casa Blanca el flamante Presidente electo recibió una carta pública de Aníbal Acevedo Vilá, aún Gobernador de Puerto Rico, en la que éste le solicitaba que ordenase al FBI entregar a los tribunales de la Isla la información que posee sobre la muerte de Carlos y respecto al asesinato de Santiago Mari Pesquera, hijo del ejemplar patriota Juan Mari Bras, ocurrido tres años antes cuando Juan estaba al frente de la principal fuerza independentista que realizaba una intensa y amplia campaña para las elecciones de 1976, ambos casos cuyo esclarecimiento demanda el conjunto de la sociedad puertorriqueña, incluyendo todos los sectores de la política local y los medios de prensa de mayor circulación.
Hasta ahora el Presidente no ha hecho nada, ni siquiera ha respondido a Acevedo Vilá. Posteriormente, el Comité de Familiares y Amigos de Carlos Muñiz Varela, ha escrito varias cartas al secretario de Justicia Eric Holder. Y también al inquilino de la Casa Blanca el pasado 7 de abril.
En la solicitud a Holder le piden además que entrevisten a tres personajes que residen en Estados Unidos y disfrutan hace años de la hospitalidad norteamericana pese a estar involucrados en éste y otros crímenes: José Dionisio Suárez Esquivel, convicto por el asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier, Pedro Crispín Remón Rodríguez y Reynol Rodríguez González.
Este último era Jefe del grupo que se adjudicó la muerte de Carlos y desde entonces se radicó en Miami y continuó su carrera terrorista.
Esos y otros delincuentes son mencionados por el FBI en documentos que los amigos y familiares de Carlos lograron desclasificar tras tenaz lucha. Sólo que los nombres están tachados. Pero quién los tachó –el FBI– sabe quiénes son y dónde están. Hace falta, apenas, que reciban la orden de cumplir su deber y esa orden pertenece por entero al Presidente Obama.
¿Será pedirle mucho que ponga fin a 35 años de impunidad?
Palabras pronunciadas en el acto realizado en Cuba en conmemoración de los 35 años del asesinato de Muñiz Varela. |