No cabe la menor duda de que la Universidad de Puerto Rico, como institución pública de calibre de educación superior, enfrenta el mayor reto que jamás ha tenido para su subsistencia.
Realidad Nacional:
No cabe la menor duda de que la Universidad de Puerto Rico, como institución pública de calibre de educación superior, enfrenta el mayor reto que jamás ha tenido para su subsistencia. En el marco de un país aún bajo relación colonial, sumergida en una depresión económica desde el 2006 y con una crisis de deuda gubernamental producto de las medidas neoliberales impuestas tanto por el PNPPPD como por la Junta de Control Fiscal la defensa del acceso a una educación pública universitaria de calidad es un acto casi hasta revolucionario. Ciertamente la UPR es uno de los pocos sectores que quedan en nuestro país que dentro de lo posible ha resistido las embestidas privatizadoras gracias al accionar consecuente del movimiento estudiantil y el respaldo clave del pueblo en sus luchas. Sin embargo, hoy nos enfrentamos a un panorama particular en donde se ha recrudecido la relación colonial al Congreso Estadounidense imponer la Ley PROMESA y la Junta de Control Fiscal con el único fin de pagar una deuda que al día de hoy no ha sido auditada y se prevé que gran parte sea ilegal. Para ello esta Junta, en colaboración con el gobierno PNP de turno, se propone recortar 450 millones de dólares al presupuesto universitario en los próximos años, lo que equivale alrededor del 50% del presupuesto actual universitario. Cabe mencionar que anterior a ello el Gobierno PPD le recortó alrededor de 300 millones al presupuesto universitario con la Ley 66 del 2014; lo que significa que en total la UPR sufrirá recortes de alrededor de 750 millones de dólares en un espacio menor de 10 años. Estos recortes, sin lugar a duda, significaría el fin de una educación pública, accesible y de calidad y el predominio de las élites en la educación superior; todo en beneficio de los sectores más pudientes del país y de los Estados Unidos. Pero entonces: ¿por qué es necesario defender la educación pública en este país? En Puerto Rico actualmente alrededor del 60% de las familias se encuentran bajo el nivel de pobreza. A su vez, la taza desempleo promedia de un 12.2% con una tasa de participación laboral de un 40.6% según los informes del Departamento del Trabajo para enero del 2017. Estos datos muestran un aumento de ambos renglones y consecuentemente un achicamiento de la economía en el país y un empobrecimiento general de la población. Ante ello el Gobierno y la Junta de Control Fiscal proponen, rayando quizás en la locura, mayores recortes, despidos y reducciones de jornada laboral cuya única consecuencia es mayor pobreza y por ende mayor depresión económica para el pueblo. Lo menciono así porque es necesario aclarar que en todo este proceso hay sectores que sí se ven beneficiados de la situación actual. Cabe destacar que mediante la Ley 20 y Ley 22 del 2012 promulgadas por Luis Fortuño toda persona multimillonaria que invierta en Puerto Rico rinde 0% de contribuciones sobre sus ingresos, sin mencionar todos los beneficios que se le otorgan a las compañías multinacionales. Es decir, aquí sí existe una crisis económica real, sólo que es compartida por los sectores más pobres del país. Realidad del Movimiento
Entonces ¿qué hacer?, ¿en qué condiciones se encuentra el movimiento estudiantil? El cuerpo estudiantil de cualquier universidad se caracteriza por dos factores esenciales: su alta capacidad de movimiento dado a las particularidades de un joven estudiante subgraduado y su dinamicidad dado al reemplazo constante del cuerpo estudiantil. Anualmente salen miles de estudiantes del sistema por una multiplicidad de razones mientras entran miles a comenzar o continuar sus estudios para reemplazar el cuerpo estudiantil. En ese proceso, como dirían en la voz popular, ya los que estamos no somos los mismos que los de antes. Es decir, las organizaciones estudiantiles se comportan a modo de ciclo ante el constante reto tanto de mantener la lucha en defensa de la educación pública como buscar y formar el reemplazo necesario para mantener las organizaciones vivas. Eso significa que los procesos de construcción y de lucha diferirán dramáticamente en sus espacios, aunque persistan los mismos debates dada a la constante novedad humana de la comunidad universitaria.
Esta realidad se acrecienta más aún en un país como Puerto Rico, donde a diferencia de otros países latinoamericanos, se carece de un sindicato estudiantil que mantengan a grandes rasgos una coherencia organizativa constante sumado al reflujo del cual no ha salido completamente el sector independentista y de izquierda. Vale recalcar que desde el 2010 para acá se han disuelto un total de tres organizaciones políticas juveniles y se ha tenido alzas y bajas en las demás. A su vez se ha creado y disuelto una multiplicidad de cuerpos de acción estudiantiles como también un frente estudiantil al dejar de funcionar como tal. En todo este proceso lo que ha mediado siempre de frente ha sido la realización de sectores estudiantiles de la necesidad de organizarse y el constante proceso de búsqueda de la forma que más los identifiquen a la hora de organizar. En este momento de alta desorganización, más allá de cuestionar la manera en que los sectores estudiantiles se organizan el gran reto es buscar la cohesión y el espacio de coordinación entre todos los grupos. Es decir, es imperativo fortalecer los espacios de encuentro del movimiento estudiantil, actualmente estructurados en plenos, comités y asambleas, tanto en los Recintos como a nivel nacional. Esta necesidad es tanto más necesaria ante la tendencia de ciertos elementos de los Consejos Estudiantiles de desmovilizar y apaciguar al movimiento estudiantil. Como todo organismo institucional en los Consejos Estudiantiles también pululan tendencias tanto del PNPPPD como elementos firmes en su defensa de la educación pública. Sin embargo, carecen de los mecanismos de democracia participativa que precisamente empoderan a la población estudiantil y que ha sido uno de los instrumentos más efectivos de movilización. Sin embargo, la línea no debe ser el aislamiento total de los Consejos Estudiantiles. Querámoslo o no, el único organismo estudiantil de expresión nacional con representación en todos los Recintos son los Consejos Estudiantiles con la Confederación Estudiantil Nacional (CEN) a la cabeza. Esta realidad nos fuerza a tener que mantener una coordinación constante con los Consejos Estudiantiles a la vez que fortalecemos la línea de defensa de la educación pública como la línea del movimiento estudiantil. No olvidemos que los Consejos solo están para hacer valer las expresiones llevadas en la Asamblea, por lo que tenemos ya los espacios concretos por donde fortalecer nuestra línea política y coordinar la dirección en defensa de la institución.
Por último, es imperativo este tipo de coordinación entre Recintos y coordinación con los Consejos en defensa de nuestras propuestas ante precisamente la debilidad organizativa todavía existente en las organizaciones políticas y estudiantiles en el sistema. Dado a esas deficiencias las Asambleas se tornan en espacios volátiles como un péndulo que tambalea en el medio de la noche. Es decir, no son espacios de fácil lectura y nuestra experiencia muestra que bien pueden un momento fluctuar para una tendencia como para otra. Es por ello que debemos poder desarrollar el suficiente juego de pierna como para poder tomar decisiones en el momento o diseñar distintos planes de acción ante la Asamblea. Nuestro reto es articular varias propuestas alternas ante una Asamblea Incierta siendo la novatada llevar una sola propuesta con tal ahínco que pareciera un principio. Posibles rutas a trazar:
Ante tal realidad a nivel país y universitario: ¿cuál puede ser nuestro rol como movimiento? A esto propongo ver el movimiento estudiantil como un agente catalizador capaz de promover propuestas de país desde la lucha universitaria al cual nos enfrentamos. Esto nos hace caminar la línea muy fina entre cargar infructuosamente toda la lucha de país en nuestros hombros mientras tampoco quedarnos cortos de meramente defender nuestra finca. Esta táctica surge ante el intento de chantajear al pueblo a escoger entre la salud o la educación cuando existen propuestas concretas para salvaguardar ambos espacios. Por otro lado, ante la debilidad relativa actual organizativo hay que saber cuáles batallas escoger en la medida en que se fortaleza, o no, los espacios de acción. Se nos abre la oportunidad para presentar proyectos y propuestas de país desde la Universidad y como lucha estudiantil porque precisamente nos afecta como estudiantes ante el chantaje y la mezquindad de la Junta y el Gobierno Central. Este aspecto discursivo lo traigo ante la probabilidad de aprobarse una moción de huelga bien sea este próximo martes 21 de marzo o el 5 de abril. No cabe la menor duda de que los ánimos de diálogo han cesado por parte del Estado y que la Administración Universitaria le ha dado de codo a la comunidad para crear su propio plan anticipando los recortes. Las coyunturas surgen indiferentemente de las condiciones organizativas que tengamos de frente y ante ello es necesario actuar siempre teniendo en mente que los mecanismos no son principios políticos ni es EL elemento discursivo de mayor importancia. Dentro del marco de una paralización de tal magnitud como la huelga, con el esfuerzo humano que ello implica, se necesita articular un discurso claro que pueda dar oxígeno a las personas que se movilizan y pueda trascender a otras formas de presión mientras transcurre la presión efectiva de una paralización.
Con ello quiero decir que, de hacer una huelga, hay que hacerla para ganar. No necesariamente todas las concesiones; pero sí ganar ante las implicaciones que una huelga gana o perdida tiene en la coyuntura histórica de crisis y acecho neoliberal en la que estamos. Es por eso necesario que ciertas metas que nos tracemos puedan ser alcanzables aún con las condiciones reales intactas. Es por eso que hablo sobre el estudiantado como un ente que, si bien aspira a ser catalizador, como mínimo pueda asegurar una educación pública, accesible y de calidad de los otros sectores claves del país no movilizarse según lo esperado. De esa manera obtenemos una victoria en la moral que puede ser el pilar para futuras acciones ante una situación de crisis y una lucha contra la Junta de Control Fiscal que se prevé para largo.
Por último, creo firmemente que esta vez la coyuntura nos coloca ante el gran reto de trazar en lo concreto tanto la reforma universitaria al cual aspiramos como cualquier otra propuesta que pueda someterse a la legislatura. Hablo específicamente de un paquete legislativo que incluya tanto la Reforma Universitaria como propuestas para atender la situación del país desde la Universidad. De esta manera no solo desvirtuamos el viejo argumento arcaico de que el estudiantado no tiene propuestas escritas, sino que a su vez se le transfiere la presión política a la legislatura para actuar. En esta coyuntura es necesario hacer de todo y eso incluye llevar a cabo la batalla tanto en las calles como dentro del marco legislativo. Claro está, las limitaciones del Gobierno Central son más que evidentes ante la dictadura de la Junta de Control Fiscal, pero de esta manera se acerba el choque entre ambos sectores por un lado y por otro se pone en la palestra pública la discusión de propuestas desde la izquierda que pueden generar movilización y apoyo de distintos sectores dentro de los próximos meses. Estamos los que somos y somos los que estamos y ante ello caer en infantilismo sería un error histórico que pasaría su factura tanto a nuestra generación como a generaciones futuras. Las preguntas que como Juventud Hostosiana tenemos de frente son las mismas que nos hemos preguntado en un pasado: ¿qué vamos a hacer? cómo lo vamos a hacer? qué proyecto vamos a proponer? El estudiantado y el país así lo piden y debemos actuar acorde a ello. Si bien los espacios amplios estudiantiles son una necesidad también lo son organizaciones políticas coherentes. La respuesta no debe ser crear cada cual su pequeño fortín de donde criticar al otro mientras nos mandan encima la bota. La respuesta es crear y ampliar cada trinchera y mantener la comunicación entre todas con tal de articular un frente estudiantil efectivo que articule alternativas concretas. Por tanto, a vernos este próximo martes 21 de marzo en la Asamblea General de Estudiantes de Río Piedras y el 5 de abril en la Asamblea Nacional Estudiantil. ¡A meter mano y a crear la alternativa!
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