Me da igual si Carmen Yulín, Manuel Natal, Luis Vega Ramos y la mal llamada ‘izquierda’ del Partido Popular Democrático (PPD) asisten a las movilizaciones contra la Junta de Control Fiscal (JCF). Si quieren ir, pues que vayan. Tengo más que presente que son gente con empuje, poder de convocatoria y como si fuera poco, están en mayoría en este momento histórico. Además, el impacto de esta Junta es tan duro, que la diversidad de gente que afecta nos hace tener que trabajar con grupos, individuos, organizaciones e instituciones muy diversas.
El meollo del asunto no es la presencia o ausencia de los personajes mencionados. El asunto principal es la gente que les sigue y responde a sus llamados. La pregunta teórica y metodológica que se tiene que hacer desde las organizaciones independentistas y de izquierdas es cómo tener a la gente de carne y hueso a nuestro lado. La pregunta es, cómo nos colamos por las fisuras del momento actual para sumar a un proyecto de país equitativo, con una distribución de riqueza justa y el respeto por la dignidad de la vida.
El pasado miércoles, en un intercambio con Rafael Cancel Miranda, este me comentaba que los revolucionarios tienen que ser astutos, necesitan malicia (de la buena, claro está) y sobre todo, el objetivo ulterior no es otro que ganar. Para triunfar hay que sumar, para sumar hay que involucrar, para involucrar hay que convencer y para convencer hay que construir línea y dirección política. Aquí se marca la diferencia en cuanto a procesos previos de unidad. En esta ocasión es el turno al bate de las organizaciones independentistas y de izquierdas. Creo que debemos estar presentes en la mayoría de los espacios posibles, de acuerdo a nuestras realidades. Desde luego, hay espacios que nos resultan más cómodos y otros que no. Lo importante de fondo es que marquemos el paso en la discusión política. Que protagonicemos en primera línea los debates sobre el país y las alternativas, no solamente a la JCF, sino también a la fracasada colonia capitalista.
Es momento del debate abierto de ideas desde la calle. Ahí contamos con todos los argumentos, claros y sensatos para ganar cualquier discusión. Ahí contamos con las municiones para cuestionar la ‘radicalidad’ del PPD. Ahí contamos con las herramientas para llegar a la gente, sin regaños ni paternalismos. Más importante aun, ahí contamos con los recursos para romper el estereotipo de izquierdas gruñonas y rabiosas, para mostrar al país, a la gente que suda y trabaja, que no somos otra cosa que personas que piensan en un Puerto Rico distinto. Personas de carne y hueso que se indignan de que nos impongan de un plumazo a siete desconocidos para que saquen la riqueza de nuestro país y exploten nuestros bolsillos.
La historia reciente muestra que ninguna organización independentista y de izquierdas ha podido mover las masas por si sola. La coyuntura actual, como todas, es para quien la aproveche, y si no nos ponemos las pilas, bien podrían salir fortalecidos el PNP y el PPD. Por ello el momento actual hace que la unidad, más que una alternativa, se convierta en una necesidad. Pero los Estados Unidos no son bobos. Esta junta la pudieron haber empujado en cualquier momento. No había que ser ingeniero espacial para saber la ruta que llevaba nuestra situación económica. Sin embargo, se impone la JCF en año electoral. Saben clarísimo lo roces, debates y discusiones que ello genera.
Sin restar mérito al asunto electoral, no pienso que este sea el punto neurálgico en la discusión hacia la unidad en este momento. Las pautas básicas hacia la unidad deben partir de la urgencia de la descolonización y libre determinación, reconociendo la necesidad de culminar con el capitalismo y movernos hacia una redistribución justa de la riqueza con el objetivo de alcanzar la justicia social. Trabajar la unidad requiere que impere nuestra cordura como juventud organizada. Debemos utilizar al máximo nuestra capacidad para comunicarnos entre nosotros de manera sincera, reconociendo el valor de cada compañero y compañera, y sabiendo que la lucha de todos es importante. La unidad será la mayor aportación de nuestra generación al independentismo y la izquierda. De los ‘viejos militantes’ hemos aprendido muchas cosas buenas y otras no tan buenas, pero la unidad específicamente nos toca a nosotros.
Esto me lleva a unas semanas atrás cuando en un vagón del tren, mientras repartíamos hojas sueltas sobre la Junta, una señora de algunos 65 años me preguntó de qué organizaciones éramos. Tras mi contestación, ripostó diciéndome ‘que bueno que están trabajando todos unidos como un frente. Que bueno que están haciendo lo que nosotros no pudimos hacer’. A su señalamiento, añadiría que si no asumimos esta responsabilidad, el PPD hará algún embeleco de libre asociación y nos chuparemos 100 años más de colonialismo.
|