Como de costumbre despierto alrededor de las 8:00am, me preparo café y prosigo a leer la prensa. Entre la ola de injusticias que nos arropa desde antaño, hoy tropiezo con el siguiente titular: “Declaran inconstitucional impuesto a Walmart”. Leer esta noticia es como recibir un latigazo más, cuando tengo la piel en carne viva. Me da tanta rabia ver cómo día tras día se profundiza la tiranía contra un país agónico.
Ahora ocurre que mientras el comercio local va en picada, ahogado de impuestos a pagar, las megatiendas que obtienen la mayor parte de las ganancias de compras en la isla, están indemnes porque dichas contribuciones “violan la cláusula de comercio interestatal, así como las leyes de relaciones federales¨.
¿Qué es esto si no una muestra más de despotismo? ¿A qué esperamos para luchar, de una vez por todas, contra el réprobo capitalismo que nos arropa? Capitalismo que acapara con la Isla del Encanto; capitalismo que hace desgraciados a todos esos obreros y dueños de pequeñas empresas locales que dan el todo en sus negocios y pagan incluso más que lo que ganan, mientras las multinacionales se lucran con capital, prácticamente, hurtado.
Vivimos actualmente una dictadura colonial, disimulada bajo una sábana llamada ELA (Estado Libre Asociado). Estatus que en mi corta vida, desde que tengo uso de razón, ando buscando encontrar el significado y no lo hallo. Muchos partidistas (probablemente por tradición) me llamaran ingenua. El detalle es que quizá lo sea, pero de algo estoy segura y es de que no puedo encontrar la lógica en ser “Libre” y “Asociado” cuando nuestra autonomía escasa vez existe y respiramos opresión en lugar de aire.
Estamos sometidos bajo el yugo de un imperio que ejerce mayor presión cada día. Peor aún, para la minoría que somos nos es casi imposible lidiar con la ciudadanía que ha sido moldeada desde hace décadas para que crean en esa falacia que la estúpida idea de “progreso” que buscan vendernos los yanquis cada año. Así como la costumbre al conformismo y la indiferencia.
Ahora dirán que somos unos lunáticos utópicos que piensan que pueden reconstruir un país en ruinas. Quiero aprovechar para confirmarles: lo somos. Si así nos quieren llamar, háganlo. Sin embargo, pueden estar seguros de que, aunque minoría, somos muchos los que no pensamos quedarnos de brazos cruzados mientras el país se nos va abajo; mientras buscan controlar nuestra economía y tiendas extranjeras le quitan el lugar a las nuestras; mientras se busca implantar una Junta de Control Fiscal; mientras la educación va dejando de ser prioridad y sufre de recortes constantemente; mientras juegan con lo que se importa y se exporta; mientras explotan nuestros recursos.
En fin, la juventud dice presente a luchar contra el atropello por parte del colonialismo en el que nos hemos dejado sumergir. Es tiempo de dejar el pasado atrás y mirar con otros ojos el futuro. Que nos digan utópicos, soñadores o lo que les plazca pero al menos yo, buscaré hasta que muera construir el país que veo en mis sueños: ese que será libre, autónomo, socialista y feliz, donde la educación sea prioridad y la explotación obrera no exista.
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