Nota inicial: Este escrito busca más que dar respuestas, abrir la puerta a discusiones que generen respuestas. No tiene conclusiones, sino posibles bases de trabajo.
La actual crisis ha generado una serie de consensos que parecen estar generalizados en la población. Para este corto escrito pretendo trabajar dos consensos. El primero es el reconocimiento de que el modelo bajo el que operamos no funciona, bajo la frase de “esto no da pa’ más”. El otro punto de encuentro es que los responsables de la actual situación son el Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Nuevo Progresista (PNP). Entonces, ¿qué compone el independentismo y la izquierda ante las próximas elecciones?
Por lo visto, el Partido del Pueblo Trabajador (PPT) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) tendrán sus candidatos compitiendo entre sí, tanto a nivel legislativo como a nivel ejecutivo. Abordando los candidatos a la gobernación, puede establecerse que tanto María de Lourdes Santiago como Rafael Bernabe se han constituido en el referente del país al hablarse de independentismo e izquierda. Entonces, con ambos corriendo para la gobernación se abren más preguntas que respuestas. ¿Quedarán ambos inscritos? ¿Cómo votará la izquierda y el independentismo? ¿Qué sucederá si ninguno queda inscrito? ¿Cómo queda la izquierda y el independentismo ante el país si el PIP pierde su franquicia por tercera elección consecutiva y el PPT por segunda ocasión?
Entonces recordamos la erosión de la imagen del PPD/PNP. Puede que apostemos a que esa indignación se traduzca en que la base electoral popular cruce líneas y vote por el PPT o por el PIP. Porque claro está, con la disciplina de partido que hay en el PNP y la maquinaria que van aceitando para 2016, veo poco probable que el electorado azul vote por otra insignia que no sea la palma. Pero la esperanza de populares votando por otros partidos puede desvanecerse cuando aparecen una millonaria y un millonario que desean gobernar. ¡Tremenda válvula de escape! Tanto Lúgaro como Cidres son elejemplo que lo que hace el neoliberalismo con los candidatos, más que propuestas y discusión, convirtiéndolos en productos comerciales. Ambos venden imagen y tienen la capacidad de generar opinión pública. Y pregunto, ¿qué sucede si alguno de estos obtiene más votos que los candidatos del PIP o el PPT?
Mientras eso pasa, pues por ahí Vamos. La pregunta es para dónde Vamos. Esta coyuntura es el momento idóneo para insertar radicalidad al discurso y a la acción. Cuando hablamos del pueblo antes que la deuda, cuando hablamos de ‘pal carajo la deuda’, cuando hablamos de ‘pal carajo los bonistas’, no hacemos otra cosa que plantear abiertamente la lucha de clase. La lucha de los trabajadores y sus derechos versus la riqueza de los multimillonarios. Claro, ya ambos partidos saben del lado en que están.
Evidentemente, andan con los que tienen el billete. Así las cosas, también tenemos el espacio oportuno para romper de raíz con los enemigos de la independencia y la justicia social, entiéndase PPD/PNP. Si queremos plantear nuevas alternativas, hay que romper con ellos, y desde luego, con sus figuras que se cantan progresistas, que son muy efectivas señalando las deficiencias del sistema, pero tímidas a la hora de cambiarlo completamente. Más aun, hay que hacer el rompimiento, de manera que son precisamente esas figuras las que legitiman y dan fuerza al PPD. Así que si Vamos, Vamos a realmente salirnos de las trampas del PPD y del PNP.
Entonces nuevamente cuestiono, ¿qué hacemos desde el independentismo y la izquierda ante este panorama electoral? Creo que hay que trabajar dos cosas: la unidad desde la diversidad y una nueva imagen que refresque el escenario político. En cuanto a lo primero, tenemos que analizar el efecto que tendrá el que electoralmente estén abiertamente restándose votos el PIP y el PPT. Sin embargo, y más allá de esto, la unidad de la izquierda y el independentismo no pueden quedar sobre la cuerda de un evento que se celebra cada cuatro años. Hay que entablar objetivos y discusiones pertinentes. Esto no debe estar mediado por el criterio de si se va o no a participar de procesos electorales. Sobre todo, hay que hacer agendas de trabajo desde puntos de trabajo conjunto. Las posibles bases para la discusión podrían ser la condena al colonialismo y el imperialismo, la necesidad de terminar con el capitalismo y exacerbar las contradicciones democráticas del actual modelo.
Desde luego esto requiere que nos convirtamos en opción para la gente, al igual que requiere comprender las nuevas dinámicas comunicativas y organizativas de la actual sociedad. De la misma forma tenemos que dejar de ser predecibles. El pueblo merece esperar de nosotros algo más que marchas, paros y piquetes (Sin restar su gran importancia). Los trabajadores también merecen escuchar consignas nuevas. Tenemos el reto de culminar la tradición de que todo el mundo sepa lo que vamos a decir desde una tribuna aun antes de subirnos. Es el momento de romper esquemas, y las discusiones electorales y el fervor que causan pueden ayudarnos. Finalmente, tenemos que saber que la coyuntura por sí sola no organiza la gente así porque sí. La deuda, la crisis, el desempleo y todas las problemáticas no suponen trasformación automática de la consciencia. Lo que sí podrían suponer son boletos aéreos para terminar trabajando en Texas, Florida o cualquier otra parte de Estados Unidos.
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