Continuamente se debate sobre la lucha estudiantil de forma coyuntural. Por lo general, se aborda el tema como una de las debilidades y problemáticas del movimiento. En el análisis han estado presentes el impacto de los cambios de gobierno, el periodo de vida estudiantil y las estrategias que utilizamos para generar debates. En estos puntos, es necesario abrir el espacio para preguntarnos cómo hacemos el trabajo que conlleva la lucha estudiantil y universitaria.
Evidentemente romper con la coyunturalidad requiere un continuo proceso de formación de otros compañer@s. Salir de la lucha coyuntural, sin abrir paso a un relevo generacional es contradictorio y disparatado. Por ello es necesario vincular y hacer sentir parte esencial a cada miembro de la lucha. Concretar esto no se limita a cargar cajas de agua, repartir un boletín o pegar un pasquín. La participación real se da en el trabajo en la calle, pero también en las discusiones y toma de decisiones.
Si vemos como ejemplo la jornada de esta semana, fue una que atrajo muchísimas caras nuevas. Gran parte de estas personas se fajaron tanto en la marcha, como en el paro y lo preparativos para este. De la misma forma, compañeros que se han integrado en el último año a la lucha estuvieron sudando la gota gorda en cada momento de la paralización de labores. Sin embargo, me es curioso que esos compañer@s no tenían el mismo nivel de profundidad en la participación en las discusiones en pleno.
La forma en que se daban los debates limitaba la participación de muchas de esas caras nuevas. Fueron varias las ocasiones en que se me acercaron a preguntar si podía transmitir un pensamiento o postura por ell@s. Eso, preocupante por demás. Eso, la triste lectura que le puedo dar, es intimidación entre nosotros mismos. Eso, pone en peligro la democratización del espacio. Mirar a largo plazo va atado de formar a largo plazo. No podemos hacer esto si no aspiramos a un espíritu de construcción. Es decir, que en el pleno consultemos entre nosotr@s. Que tengamos la disposición de llegar a acuerdos, de reconocer cuando las propuestas son viables o no, de acatarnos a las decisiones del colectivo y sobre todo de solidarizarnos.
Debemos emplear un espíritu ambicioso, pero crítico y analítico a su vez. Ni el espontaneismo ni el calor del momento permiten el espacio necesario para articular discusiones que abran paso a una participación plena y profunda. Esta jornada nos abre las puertas a la gran oportunidad de refrescar el movimiento estudiantil, de brindarle energías nuevas. Abramos el camino a metidas de pata, a acierto, a ideas nuevas, a romper esquemas, a utilizar la experiencia no para ganar una votación, sino para ponerla al servicio de tod@s los que quieren luchar. Así crearemos confianza. Así nos graduaremos tranquilos, conscientes de que generación tras generación habrá un corrillo ready para asumir los retos que vengan y construir una universidad pública, accesible y de calidad. |