Discurso pronunciado por Francisco A. Santiago Cintrón, de la Juventud Hostosiana, el 24 de septiembre de 2014, en la Facultad de Sociales en la Universidad de Puerto Rico-Recinto de Río Piedras, en la actividad 'Más allá del Grito'.

Al pueblo puertorriqueño y a la juventud:

Desde la arribada de los españoles a nuestras costas llegamos a conocer, mediante ritos de opresión, el espectro de violencia que implica el colonialismo. Del sufrimiento hemos nacido y con ello vivimos, con un puño en el corazón de así ser necesario. Pero la violencia y la guerra, desde 1493 hasta 1898; desde la mordaza de 1950 hasta las macanas del 2010, no han podido borrar la existencia de un pueblo humilde pero fuerte, que detesta al opresor y defiende al oprimido. No importa que sicarios de la talla de Riggs o Torres Massa sean galardonados con un obelisco. No importa que Colón y Ponce de León coronen las plazas del Viejo San Juan y se nos armonice nuestra existencia con tal de invisibilizar nuestra realidad. Aquí ciertamente Colón llegó a tierras preciosas, pero no para dar paso a un mundo nuevo o a la santa religión, como dirían algunos; sino buscando despilfarrar, violentar y oprimir como el resto de las y los imperialistas que han cursado por nuestras tierras, sembrando la crisis a perpetuidad cuyo único nombre es colonia.

Es esta la razón por la cual hoy, de forma simbólica, la Juventud Hostosiana honra a la figura de Ramón Emeterio Betances, y es por esa razón también que proclamamos como juventud que la independencia va mucho más allá que el Grito. Ciertamente la independencia es mucho más que conmemoraciones de nuestro pasado, sin menospreciar los mismos, sino la acción concertada para la construcción de un mejor futuro. Es por ese mejor futuro la razón por la cual Ramón Emeterio Betances, al igual que innumerables hombres y mujeres, han luchado, como también es esta la razón por la cual la juventud del presente lucha.  Actualmente en Puerto Rico existe un 15% de desempleo laboral oficial. De las personas aptas para trabajar, solo un 40% tiene la oportunidad de conseguir empleo, por más precario que sea. Es decir, que de cada 10 puertorriqueños y puertorriqueñas aptos para laborar, solo cuatro tienen empleo, lo que en potencia puede significar un desempleo real mayor de un 20%. Más de un 40% de las familias en Puerto Rico viven bajo el nivel de pobreza; y de esos, más de un 60% de los niños. Llevamos en una depresión económica desde el 2006 que ha resultado en la pérdida de miles de empleos y una emigración masiva, rayando en el exilio, de 30,000 puertorriqueños y puertorriqueñas por año. Mientras tanto, mientras el salario medio de un puertorriqueño o puertorriqueña apenas alcanza los 21,000 dólares anuales, el salario medio de un legislador alcanza más de los 60,000 dólares anuales. No, no basta con vivir un mes con salario mínimo, por más buenas intenciones se tengan.

Mientras tanto, pretenden que el pueblo pague la deuda acumulada de 700 millones de dólares, creada por la clase política del país en complacencia con los grandes intereses estadounidenses y sus intermediarios puertorriqueños, como si a base de nuestras decisiones fuera que se tratara. Mientras tanto, se cierran 100 escuelas, se le recortan 178 millones de dólares a la Universidad de Puerto Rico para el próximo año fiscal, se congelan plazas, se despiden miles de empleados transitorios, muchos de los cuales son maestros y maestras, se abandonan las comunidades, se le empobrece al pueblo y luego se le reprime ante su justa protesta como si de criminales se tratara. Que aquí quede claro: en estos momentos históricos quienes imparten justicia no son las y los grandes políticos cuyo salario medio es de 70,000 dólares anuales. Aquí la deuda que ellos y ellas exigen imponer en nuestros hombros, en los hombros de la clase trabajadora, pretenden disfrazarla de justa y de lobos hacer ovejas, tatuando en nuestra frente la culpabilidad como si naciéramos con ella. Esto en un país donde las compañías foráneas se llevan en ganancias más de 40 millones de dólares, sustentado en un mito de la vagancia que deja 20 millones de dólares en migajas para el pueblo puertorriqueño, muchos no por dádiva sino por derecho. Es decir, se llevan más de un 100% en ganancias.  Esta es la razón principal por la cual restringen nuestro derecho a existir y nuestro poder político a decidir. En la historia de puerto Rico los derechos de los cuales goza el pueblo se los ha ganado el mismo pueblo, no por migajas ni concesiones banales sino mediante la lucha colectiva, el odio a la injusticia, y el amor a la felicidad. La crisis actual es en muchas formas efecto del esquema político actual. Solo se puede resolver esta crisis mediante la independencia plena del pueblo; mediante la adquisición de poderes políticos para construir una independencia cuyo apellido sea la justicia social y la democracia participativa que tanto anhelamos.

Como juventud independentista reconocemos la necesidad imperante del trabajo necesario para adelantar la independencia pero a la vez reconocemos la importancia clave que tiene la movilización activa por la misma. La independencia a la que aspiramos, antagónica a la realidad neoliberal actual, es una en pro de la democracia participativa y la justicia social. Estos tres conceptos significan lo mismo, sin uno no pueden existir los otros. Por tanto sentimos un compromiso innato en la creación de un nuevo futuro para nuestra generación y las del porvenir. Aclaramos que en nada estamos satisfechos con nuestra realidad legada, y mediante la acción colectiva actuaremos constantemente con la meta de construir el futuro tan anhelado.  Como parte del pueblo y siempre con el pueblo la Juventud Hostosiana continuará la lucha en contra de la injusticia, de la explotación y de la opresión sea donde sea y contra quien sea.

Muchas gracias.