En la tarde del sábado 17 de mayo, llena de un sol caribeño característico de nuestro entorno geográfico y una brisa caliente característica también del clima que nos acompaña, se conglomeró una multitud para participar de la marcha “Porque Nos Deben” organizada por el Comité Contra la Homofobia y el Discrimen en conmemoración del Día Internacional en Contra de las LGBTTQI-fobias.
Amasándonos en el mal llamado Parque del Quinto Centenario alrededor de la una de la tarde, comenzamos a caminar poco después del arribo de la tumbacoco y coordinado el orden organizativo de la marcha, a eso de las 1:30 de la tarde.
Lo que prosiguió fue una caminata por las calles adoquinadas del Viejo San Juan repleta de estribillos exasperados, banderas coloridas en alto y una exigencia que brilla, y siempre brillará, por su justicia. Ya para las 3:00 p.m., hora sumamente estimada, llegamos todos y todas al ala sur del Capitolio donde se prosiguió a dar los mensajes pertinentes por ciertos actores centrales en la actual lucha por la equidad de la comunidad LBTTQI. Entre las y los voceros estuvo Pedro Julio Serrano, María de Lourdes Guzmán, María de Lourdes Santiago, y el coordinador del Comité Contra la Homofobia y el Discrimen; Bryan de la Fuente. Culminada la primera Jornada de Lucha de la Juventud Hostosiana, pero ciertamente no la última, vamos trascendiendo en las concepciones actuales de cómo y por qué se debe dar la lucha por la independencia. La lucha independentista no es ni debería ser de un carácter legalista cuyo único fin sea la creación de un Estado “independientemente legal” con un escaño en la Organización de las Naciones Unidas y un nuevo bagaje de tradiciones banales creadas, sino una lucha por la creación de nuevos paradigmas y realidades a tono con las aspiraciones de las generaciones puertorriqueñas actuales y las del porvenir.
Ciertamente sería un error obviar por completo el poder representado por el marco del Estado, como también aceptar que ciertamente la toma del mismo es un paso necesario y consecuente, pero es insuficiente en tanto y en cuanto la independencia que nos proponemos sea una de democracia participativa y de justicia social. Es un paso: sí, es el fin: no. Este es el gran legado doloroso dado por Nuestra América luego de las Revoluciones del Atlántico y la razón por la cual acontecemos ahora, en un torbellino de esperanzas, aciertos y desaciertos, las nuevas luchas y nuevos procesos alrededor del continente.
La independencia tiene un apellido programático, y siempre lo ha tenido para todo y toda prócer que anteriormente ha dado su vida por la creación de nuevas alternativas y nuevos paradigmas. En nuestro caso: sin equidad, sin democracia participativa, sin solidaridad, sin amor y sin justicia social no hay independencia; aún bajo un “Estado Independiente”. Por tanto, dijimos presente en la marcha en contra de las LGBTTQI fobias, y seguiremos luchando tanto para tomar el poder, representado por el Estado, como para construir procesos concretos de participación donde se ejerza. Ciertamente la meta de esta reflexión no es pecar de gigantismos, pues el trabajo es mucho, arduo y plural, mas lo traigo insistentemente como un tema no novedoso que se debe seguir discutiendo. El paradigma es de base, no de Estado, y si bien el Estado es un paso necesario a tomar, no es ni nunca será la razón de ser del paradigma independentista ni la finalidad de lo que es un modo de vida. Seguimos en la lucha.
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