Tras la aprobación legislativa y ratificación ejecutiva de la reforma al Sistema de Retiro de Maestros queda evidenciado una vez más la falta de sensibilidad de un gobierno que no representa a la clase trabajadora del país y gobierna en sintonía con la “conciencia” de los grandes intereses corporativos, los bonistas y los bolsillos de quienes financian sus viles campañas eleccionarias de mentira y cinismo.

La lucha magisterial es uno de los muchos componentes de resistencia que continuarán surgiendo ante los proyectos neoliberales de los dos partidos que se alternan el poder en Puerto Rico, así como sus aliados económicos, que en síntesis, son los mismos, indistintamente de la insignia o color proyectado al momento de administrar la burocracia gubernamental puertorriqueña.

El 2014 debe comenzar con aires solidarios ante la inminente movilización combativa de las maestras y maestros del sistema de educación pública. Su huelga será la huelga del pueblo y sus reclamos serán otra manifestación en favor de la necesidad imperiosa de destruir los nefastos proyectos políticos que tanto el Partido Popular Democrático, como el Partido Nuevo Progresista (PNP) continúan promoviendo en detrimento de la cada vez más empobrecida clase trabajadora del País.

Resulta indispensable, además, reconocer de una vez y por todas que los constantes atropellos – pasados y actuales – del PPD ante los trabajadores y trabajadoras puertorriqueñas descalifica a esta entidad política como un “aliado de lucha” de quienes defienden verdaderos proyectos de descolonización, soberanía y equidad. Decisiones como la privatización del principal aeropuerto de la Isla, así como los desmantelamientos de los sistemas de retiro de empleados públicos, deben servir como la gran lección final para quienes insisten en que el PPD es “menos malo” que el PNP, dados sus supuestos alineamientos con la “nación”, la “cultura”, la “soberanía” y su proyección anti-anexionista en materia del tema de status.

Prohibido olvidar a aquellos “soberanistas” que traicionaron a la clase magisterial, ya sea a través de voto legislativo, o por medio de su silencio administrativo. Su cinismo debe ser rechazado ante cualquier solicitud de concertación de acuerdos dirigidos a promover la “descolonización”, “soberanía” o la gestación de movilizaciones electorales en favor de evitar un nuevo ascenso del PNP al poder.

Finalmente, esta reflexión no puede concluir sin señalar la cuestionable cobertura que los principales medios de prensa de Puerto Rico realizan en torno a la lucha magisterial en defensa de su Retiro. Esta experiencia reciente nos ha confirmado que en el País existe una doble vara a la hora de reseñar movilizaciones de resistencia frente a los atropellos de quienes ostentan el poder. Mientras en el cuatrienio anterior se señalaba al gobierno del PNP como uno que “reprimía” y “violaba los derechos civiles” de manifestantes, hoy día se demoniza a ese mismo activista al tildarlo de un sujeto carente de “civismo”, al tiempo que lo etiquetan como “vándalo” y “agresor”. Asimismo, estos medios de prensa reclaman imparcialidad, pero publican titulares quijotescos que trivializan el concepto de violencia e invitan al lector o lectora a “comentar” sobre una agenda pre-establecida que acusa y responsabiliza al maestro por la crisis económica actual. Peor aún, varios medios se enorgullecen de su material gráfico y celebran cómo éste cumplirá un rol social al permitir que la Policía de Puerto Rico lo utilice con fines de “identificar” a esos mismos manifestantes “agresores” previamente satanizados en titulares sensacionalistas.

Los frentes son varios y las luchas de resistencia son complejas. Por lo pronto, la urgencia del momento nos convoca a unirnos a la huelga del pueblo junto a las maestras y maestros de nuestro Puerto Rico. ¡Nos vemos en enero!