“La República democrática es la mejor envoltura política de que puede revertirse el capitalismo y por tanto el capital, al dominar esta envoltura, que es la mejor de todas, cimentada su poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de persona, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la República democrática burguesa, hace vacilar este poder.” - V. I. Lenin. El Estado y la Revolución
En los pasados días la prensa del país nos regala varias notas que formarán parte del rompecabezas del absurdo que es nuestra historia política.
El martes 27, de diciembre de 2016, el entonces presidente de la Cámara de Representantes el señor Roberto Rivera Ruiz de Porras declaró que estaría dispuesto a endosar que se realice un óleo suyo con motivos de resaltar su figura como uno de los presidentes de ese cuerpo legislativo. Por otra parte, en la misma semana se anunció que el jubilado senador Antonio Fas Alzamora tendrá el honor de que la carretera 100 y la 301 tengan su nombre. En la misma semana, en noticias internacionales, el parlamento cubano aprobó una ley que busca “la prohibición del empleo del nombre de Fidel “para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles y otros lugares públicos, así como cualquier tipo de condecoración, reconocimiento o título honorífico”.
Asimismo, queda prohibida la utilización de su figura “para erigir monumentos, bustos, estatuas, tarjas conmemorativas y otras formas similares de homenaje”; igualmente debe entenderse que para situarlos en sitios públicos”, (CubaDebate). A petición del propio Fidel Castro, la Asamblea aprobó dicha ley resaltando que la mejor manera de honrar la figura de Fidel es la continuidad del proceso revolucionario en Cuba, con el fin de alcanzar mayores accesos a la justicia social, económica y ambiental.
Es interesante ver el contraste entre figuras de países distintos y sus aportaciones a los mismos. Por su parte, Alzamora fue senador por 10 cuatrienios consecutivos, a éste se le puede adjudicar ser uno de los pilares del colonialismo en Puerto Rico. A pesar de su proyecto “soberanista”, Alzamora no pudo adelantar nada que no fuera su interés personal y el de sus amigos. Debemos recordar que fue este el senador que intentó privatizar los accesos a La Parguera, por medio del proyecto de Ley 1621 del Senado.
En el caso de Rivera Ruiz de Porras, este fue presidente de la Cámara por accidente. Debemos recordar que llegó a este puesto ya que fue vicepresidente del cuerpo legislativo en tiempo donde al presidente en funciones, Jaime Perelló, era señalado por traqueteo de fondos públicos. Perelló entregó la presidencia de la Cámara, más nunca fue juzgado. Queda en nuestras memorias la interrogante de cómo Rivera Ruiz de Porras no dio cuenta del amiguismo con el que Perelló trabajaba las contrataciones en el cuerpo que vicepresidía. Total, ninguno de los dos fue juzgado, ni procesado criminalmente y para celebrar hubo que hacer una fiesta en las escalinatas de el Capitolio a costo de $70,000 en plena “crisis”. A preguntas de la prensa, el presidente en funciones dijo que eran tiempos difíciles y que la navidad había que celebrarla para sanar el corazón. Con este historial, ambos entrarán al salón de la fama de los inmortales, uno con su nombre en carreteras y otro con un posible óleo en la galería de la Cámara.
Mientras que en Cuba, el máximo líder del proceso de cambio más grande de la segunda mitad del siglo XX, deja establecido que el culto a los personajes no permite el desarrollo de otros/as actores y actrices importantes en la historia de sus respectivos pueblos. Teniendo la grandeza para que non solo su país lo reconozca, sino que el mundo haga lo propio, Fidel toma la decisión de obviar su figura y resaltar lo que el colectivo logró. Una Revolución que logró alfabetizar a su población, liberar la explotación de los seres humanos en Cuba, África, Nicaragua, Bolivia y otros y proveer salud a los más necesitados.
De esta forma, marcamos el contraste de lo que son verdaderos líderes a lo que son oportunistas temerosos de quedar en el olvido o ser recordados como ladrones.
Como bien señaló Lenin, en este modelo no importa quién o qué partido llegue al poder, quienes se beneficiarán serán los pocos. Mientras tanto, la historia nos muestra que otro país es posible si existe voluntad e independencia de sus líderes.
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