Desde la visita de Trump a la ONU el 25 de septiembre, 2018, donde una vez más amenazó a varios países con sanciones, entre ellos a Venezuela, se ha desatado la quinta fase del plan golpista: el operativo mediático.
EEUU lo ha tratado todo contra Venezuela, sin éxito hasta ahora: (1) Sabotaje económico mediante el acaparamiento y el desabastecimiento de los rublos básicos de alimentos y artículos de primera necesidad del pueblo venezolano, operativo que continua en marcha al día de hoy; (2) intento de deslegitimar los procesos democráticos venezolanos no reconociendo la elección de Nicolás Maduro el pasado 20 de mayo de 2018, utilizando para ello el Ministerio de Colonias que es la OEA y el lacayo de los yanquis Luis Almagro; (3) imposición de sanciones y bloqueo económico a funcionarios y empresas venezolanas; (4) financiamiento de actividades de la oposición con el objetivo de desestabilizar y crear caos social en Venezuela. Ahora está en pleno desarrollo, como dice el amigo Walter Martínez, (5) la fase mediática dura ya que se ha ido creando una opinión pública con artículos sobre la crisis económica en Venezuela, pero ya con el nombre y apellido de ¨crisis humanitaria¨. (6) La sexta fase sería la intervención militar.
EEUU ha ido creando condiciones para la fase sexta militar. Entrenamiento de más de 9,000 militares y policías en el Instituto Hemisférico sucesor de la Escuela de Las Américas; incremento de la presencia militar en América Latina, tanto de bases como de efectivos militares.
En el plano geopolítico, EEUU ha creado la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), ha instigado el rompimiento de la UNASUR, la inmovilización de la CELAC torpedeada desde dentro por los países que componen la Alianza del Pacífico.
El objetivo principal es el de siempre: control geopolítico de la región para el expolio y explotación de los abundantes recursos naturales que tiene el continente latinoamericano. EEUU reacciona con fuerza y hostilidad ante lo que ve ha sido una avanzada que han logrado la Federación Rusa y la República Popular China en la región a través del financiamiento de importantes proyectos de infraestructuras, alianzas económicas, intercambios educativos y culturales, cooperación técnica y colaboración industrial que ha producido transferencia de tecnología hacia América Latina, por mencionar un área, el de los satélites de comunicaciones.
Una intervención de EEUU en Venezuela atenta no solo contra la soberanía de ésta; está en juego la soberanía de toda la región, el derecho que debe tener todo país a escoger su sistema económico y político a base de la voluntad democrática de sus pueblos. Una agresión contra Venezuela es una agresión contra la unidad regional, contra la Patria Grande.
Sin querer sonar alarmista, hay que estar alerta ante lo que parece ser la reacción y activación de un plan hegemónico peligroso, genocida y deshumanizante contra todo lo que representan los gobiernos progresistas de América Latina. Es el momento de cerrar filas no solo con Venezuela, sino que también con Nicaragua, Bolivia, Cuba, El Salvador y podría ser necesario en el futuro con el México que aspira a construir el gobierno de Manuel López Obrador. La derecha cierra filas siempre, la izquierda no puede en este momento histórico hacer otra cosa.
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