La llegada ilegal y almacenamiento en lugar incierto, de un gran cargamento del peligroso contaminante Naled a espaldas y—alegadamente— con el desconocimiento del gobierno de Puerto Rico, es una muestra elocuente y a la vez patética de la ausencia de poderes del ELA para determinar qué o quién entra o sale del País. Semejante impunidad de las agencias federales y de sus cómplices aquí, así como de los mercaderes de ese veneno mortífero, muestra el rostro bochornoso del colonialismo, de quienes poco le importa el peligro inminente en que se pone al pueblo puertorriqueño.

Las grandes inundaciones ocurridas ayer en la Zona Metropolitana y la zozobra que provocaron las mismas a miles de ciudadanos, son el resultado de la ausencia de planificación urbana desde hace décadas, la saturación a diestra y siniestra de las partes bajas de la zona con cemento, brea y edificaciones, la deforestación indiscriminada, la ausencia de un sistema de transporte colectivo eficiente y la dependencia crónica en cientos de miles de automóviles privados.

Resultó evidente la pertinencia, la importancia y el valor político de la ocasión.

La decisión tomada recientemente por la dirección del Partido Popular Democrático (PPD), de convocar a una consulta “estadidad sí o no” en 2017, como respuesta  al descrédito en que se encuentra el ELA tras las expresiones de las tres ramas del gobierno de Estados Unidos: